Lisandro Machain/Fernanda Blasco

"Los que critican es porque no saben como trabajamos". "Duele mucho que hablen mal de lo que uno hace". "Acá hay compromiso". "Entendemos que para la persona que espera la ambulancia un minuto es eterno, pero nosotros ponemos el hombro". Los empleados del Servicio Integrado de Emergencias Sanitarias no están ajenos a la polémica. Su trabajo quedó bajo la lupa luego de que, a principios de mes, una ambulancia tardara en llegar a un choque fatal por una caída en las centrales telefónicas. A un pedido de informes en el Concejo se sumó un cruce entre la Asociación Médica (Amra) y las autoridades sanitarias locales por el presupuesto, las condiciones de trabajo e infraestructura.

El edificio del Sies está ubicado en la esquina de Balcarce y San Luis. Es una estructura baja, blanca, que puede pasar desapercibida para quienes por allí transitan. En particular, porque está ubicado en una manzana donde se lucen otros edificios sanitarios como el Cemar y la Maternidad Martin. Solo un cartel con el logo del Servicio Integrado de Emergencias Sanitarias advierte de lo que allí dentro sucede.

Es media mañana, aún no hora pico. En la central telefónica donde atienden urgencias hay tiempo para charlar entre llamado y llamado. Son cuatro los pasantes que están del otro lado del teléfono y un médico evaluador, sumado a un radioperador regional. En la otra punta del edificio hay otro "call center" dedicado a las derivaciones y traslados. En medio, oficinas, destinadas entre otras cosas a áreas administrativas y autoridades. Afuera, al igual que en otros puntos estratégicos de la ciudad, hay una ambulancia y una moto esperando ser convocadas ante una emergencia.

"El Sies es esto y mucho más", asegura Viviana Esquivel, hoy directora del Sies, pero de larga trayectoria en el servicio, al que ingresó en 1994. En diálogo con Rosario3.com, la funcionaria detalla que hay mucho más que médicos y choferes. Que en Suipacha y Pellegrini hay una base logística donde funciona un taller de mecánica ligera. Que hay personas involucradas en el tema sepelios, que otros trabajan en el departamento de farmacia, que también hay personal de estadística y administrativo. E incluso hay un departamento destinado a coordinar eventos públicos como maratones y recitales, donde el Sies tiene presencia. Y estudiantes de medicina que hacen pasantías. Son más de 200 los empleados municipales, becarios y radioperadores, a los que además hay que sumar personal de la provincia. Más allá de sus diferentes perfiles, edades y tareas, todos tienen un mismo objetivo: atender emergencias médicas.

Aunque sigan haciendo su trabajo e intenten permanecer lejos de la polémica, los trabajadores del Sies no están ajenos a lo que sucede. Incluso, en voz baja comentan que han comenzado a recibir llamados al 107 con críticas y malas palabras dedicadas a quienes allí trabajan diariamente, lo que complica aún más su labor.

"No es un trabajo fácil", admite Gustavo Covian, médico evaluador, en diálogo con Rosario3.com. "Todos trabajamos bajo presión. Pero hace tanto que trabajo bajo presión que ya no me afecta, uno se templa", asegura. Respecto de las críticas sobre el modo de trabajo del sistema, plantea: "Yo trabajo lo mejor que puedo y tengo clara cuál es mi función". El profesional detalla que en los días de semana asegura que hay dos picos de atención, uno al mediodia (12/14) y otro por la tarde (17/18). Cuenta que viernes y sábado hay mucha actividad de madrugada y que los domingos a la tardecita hay otro pico.

Son cerca de 1500 los llamados que reciben diariamente en el Sies. Gustavo lamenta que la mitad de los llamados sean bromas, tal como sucede con el 911. Otras son consultas sobre tratamientos, medicamentos. Incluso hay quienes llaman para consultar direcciones y teléfonos de instituciones de salud. Solo cerca de 100 llamadas diarias se traducen en salidas: atención en choques o situaciones violentas. A eso, hay que sumarle que se hacen 100 derivaciones diarias y más de 70 traslados.

Lina es una de las estudiantes de medicina que están atendiendo los teléfonos de emergencias. "Estoy dolida, mucho de lo que el Sies hace no se ve", lamenta. "Hay que estar del otro lado. Se manejan recursos limitados y hay que priorizarlos. Hay todo un equipo detrás", sostiene. Lina acaba de recibir un llamado por una emergencia en el centro: un testigo le detalla que un joven comenzó a convulsionar y no saben qué hacer. El llamado es derivado a Verónica, que despacha una ambulancia. "Todos trabajamos para que el Sies funcione bien. Elegimos una carrera para ayudar a la gente", subraya esta última empleada. Pero comprende, también, que "al que espera la ambulancia dos minutos le parezcan una eternidad". Muy poco tiempo pasó desde que llegó la llamada sobre el chico con convulsiones y confirman que una moto del servicio ya llegó al lugar. El paciente está fuera de peligro.

Néstor trabaja hace veinticuatro años en el Sies. Primero fue chofer de ambulancia, pero ahora se sube a su moto cada vez que es necesario abrirse camino en el complejo tránsito rosarino para asistir a algún enfermo. "Como todos mis compañeros, trabajamos bajo presión. La gente se le tira encima al primero que llega", evalúa.
A nivel internacional, se calcula que el tiempo aceptable para llegar a una emergencia médica ronda entre los 10 y 12 minutos. El Sies acortó ese tiempo, aseguran las autoridades: su lapso es entre 6 y 8 minutos. Pero las motos, según Néstor, son mucho más rápidas. "Yo llego dos minutos antes que la ambulancia y doy la primera atención", relata. "Acá se trabaja mucho, hay mucha demanda", resume.

En el centro telefónico encargado de derivaciones y traslados se encuentra Santiago, un becario. "Estamos en el ojo de la tormenta", lamenta. "Es un trabajo complejo el que se da dentro de la red de salud", plantea y pide que cuando se hable del Sies se tenga en cuenta la particular labor que se realiza. "Acá hay un compromiso con la salud pública", subraya. Admite que se pueden dar discusiones sobre presupuesto y recursos humanos, entre muchas otras cosas, pero pide también que la comunidad haga su aporte. "Tienen que concientizarse. Si la gente sale en moto y nadie usa casco, por ejemplo, el servicio claramente se va a desbordar. Hay que hablar de prevención", plantea.

A cargo de una ambulancia de traslados, Gustavo cuenta que él hace dos décadas que trabaja en el Sies. El hombre relata que sube a su vehículo, todos los días, a pacientes que necesitan diálisis: los pasan a buscar por sus domicilios y los acercan a los hospitales, para luego hacer el camino inverso una vez terminado los tratamientos. "La ambulancia funciona todos los días, incluso los feriados. No los domingos porque los servicios en hospitales no atienden", detalla. Respecto de lo que sucede mediáticamente con el Sies, confiesa: "No me cae bien. Uno da la respuesta que está al alcance con toda la humanidad posible", resume. Cree que las críticas vienen "de la desesperación de la gente" que, en realidad, "no sabe lo que pasa acá dentro".