“No hay datos que señalen que en la ciudad cayera en la historia granizo del tamaño que hubo en esta tormenta, en donde hubo piedras de más de 5 centímetros”, se asombró Alejandra Coronel, doctora en Ciencias de la Atmósfera que trabaja como profesora en la materia Climatología de la carrera de Ciencias Agrarias de la UNR. Para la docente, lo que sucedió este miércoles “fue un indicio de que el cambio climático se va instalando ya que para esta zona se prevé una tropicalización, es decir, que las tormentas tengan mayor celeridad, que los inviernos sean más concentrados, los veranos más largos y haya más humedad”.

Según la experta, aunque muchos aseguran que no escucharon los avisos sobre el inminente granizo, el alerta meteorológico existió “pero la dificultad es pronosticar la intensidad del fenómeno y limitar el área en donde sucederá cuando se tienen muy pocas estaciones meteorológicas en la zona”. El problema, según Coronel, es que varias estaciones se fueron cerrando tras la crisis.

En estos momentos, la estación más cercana a Rosario es la de Fisherton, a la que se suman la de San Pedro, Reconquista, Paraná y Córdoba. “Cubren un área demasiado grande y sólo emiten cuatro partes diarios. Esto hace que se alarme a una gran zona y que luego en donde no sucedió nada se piense que el alerta falló”, explicó la doctora en Ciencias de la Atmósfera, quien comentó además que “no se hace un seguimiento de un fenómeno complejo como una tormenta de grandes dimensiones”.

Además, la experta señaló que en la actualidad “todos los pronósticos se realizan en Buenos Aires”, por lo que sería importante federalizar el tema. “Otra cuestión importante es que el Servicio Meteorológico debe salir del ámbito militar para que participen civiles expertos y haya otros objetivos primordiales, no como ahora que se privilegia la aeronáutica”, recordó.

De todos modos, Coronel admitió: “Es difícil que las autoridades reaccione cuando un fenómeno de esta naturaleza suele ocurrir una vez cada cincuenta años”.

La experta explicó que “toda la región pampeana es granicera”. Lo que implica que, entre fines de primavera y principios del verano, este fenómeno puede ocurrir porque el suelo se calienta y arriba el aire es frío. “Pero evidentemente hubo mucha más humedad que la habitual, lo que benefició que cayeran piedras de mayor tamaño”, analizó.