La identificación aparece junto a algunos gustos de helados expuestos en el listado de la heladería Chungo recientemente inaugurada en el Alto Rosario Shopping. El símbolo está conformado por un círculo y dentro de él, se inscribe la sigla AK, que significa “Alimento kosher o kasher”.
Se trata de helados aptos para ser consumidos por los integrantes de la colectividad judía que sólo comen alimentos kosher y guardan algunos requisitos en su preparación, como el mantenimiento de ciertas normas higiénicas, aunque la composición del mix no varía, según explican los heladeros. Un detalle que se tiene en cuenta en la elaboración de los helados kosher es que si para suavizar la textura de un helado al agua se agrega leche en polvo descremada, esto debe informarse al cliente para que sepa que consumirá lácteos, ya que uno de los preceptos judíos indica que después de comer carnes hay que esperar 6 horas para comer lácteos; y luego de comer lácteos es preferible esperar media hora antes de comer carne.
En resumen, lo que debe tener en cuenta el fabricante es que los ingredientes sean realmente certificados y que se cumplan estrictamente las normas de elaboración. Así lo explica el presidente de la Cámara Industrial y Comercial del Helado Artesanal de Rosario (CICHA), Oscar Osman, y afirma que la heladería abierta recientemente en el shopping de Rosario es el primer comercio del rubro que elabora y vende helados con estas características en la ciudad.
Sea por esta particularidad o por la calidad de los insumos que utilizan en la fabricación de los mismos, lo que llama la atención del público consumidor es el precio de los helados de esta marca, ya que tanto los gustos comunes, como los Kosher y los aptos para celíacos (exentos de gluten) que también ofrece la franquicia, cuestan 38 pesos el kilo y para degustar el vaso más chico y su contenido es necesario oblar un mínimo de 7 pesos.
Las heladerías más caras de la ciudad venden el kilo a 30 pesos y el vaso más pequeño a 4,50 pesos, aunque la nueva marca justifica el costo elevado de sus productos en la calidad de los insumos y en las normas de procedimiento aplicadas para elaborarlo.
“Yo soy un judío practicante pero no puedo darme el lujo de consumir exclusivamente los productos kosher porque tienen precios carísimos", dice Elías Schleifer, integrante de la colectividad judía de Rosario, quien dice tratar de respetar lo más posible lo que llama “el manual del usuario del hombre”, es decir, los 613 preceptos de la Torá (en hebreo, instrucción) que entre otras prescripciones establece una dieta con ingesta disociada de lácteos y carne. En las Sagradas Escrituras, Éxodo 23:19 puede leerse: "No debes cocer el cabrito en la leche de su madre”.
Los productos comestibles kosher o kasher hicieron su irrupción en algunos supermercados rosarinos hace un tiempo (Jumbo y Dar), donde ocupan un espacio en las góndolas, aunque en Capital Federal existen comercios exclusivos de productos kosher, en los que se venden comestibles, bebidas, golosinas y postres elaborados con respeto por las normas fijadas por la colectividad.
Heladeros consultados por este medio consideran que el mercado de potenciales clientes judíos de Rosario no es lo suficientemente grande como para justificar la fabricación especial de estos productos, que, además, deben contar con la certificación de un rabino que analiza las muestras y evalúa quién cumple las normas dispuestas y quién no.
Los judíos la llaman “la dieta del alma”, porque “significa no sólo una forma de alimentarse, sino también un modo de ocuparse de la espiritualidad del ser humano y de procurar una vida más saludable”, asegura Schleifer.
Otros requisitos de la alimentación kosher
* Se requiere que los mamíferos y aves sean cuidados y alimentados con estricto cuidado, y que cuando sea faenado se minimice el sufrimiento del animal, que se realice en un lugar limpio y no se mezclen con otros animales como cerdo, o crustáceos.
* No comen cerdo, por la triquinosis, pero sí comen la carne proveniente de animales rumiantes que tengan pezuña partida en 2 (hendida).
* Todas las sangres son prohibidas (menos la de los peces). Por lo tanto, carnes de animales y aves deben estar media hora en remojo y 1 hora cubiertas en sal antes de ser cocidos para ablandar y extraer toda la sangre.
* No se puede comer carne o sus derivados con leche, o sus derivados
* Tampoco se pueden cocinar juntos, ni se pueden usar los mismos platos, ollas y cubiertos para comer carnes y lácteos.
* Los utensilios para carnes y lácteos (o sus derivados) deben ser separados
* Los restaurantes kosher no pueden servir en la misma mesa, aun para dos personas diferentes, nada que viole el concepto kosher, por ejemplo que uno pida una comida con carne y la otra persona un licuado de bananas con leche.
Un escollo importante para que el mercado ofrezca mayor variedad y cantidad de productos kosher radica en que los fabricantes de estabilizantes, leche, y otros insumos deben elaborar partidas específicas completas, ya que deben parar toda la línea de producción para respetar las normas kosher. No se puede fabricar nada de la línea regular al mismo tiempo y además se debe abonar el costo de la certificación, por lo que no siempre tienen en existencia partidas certificadas.
Cuando se le pregunta a Schleifer, conocedor cabal de la ley judía, una explicación química de la incompatibilidad entre lácteos y carnes, por ejemplo, él responde convencido que “algunos de los 613 preceptos no tienen explicación, pero igual deben cumplirse. Si entendiéramos todo –justifica– estaríamos a la altura de Dios”.


