“En los medios masivos, hablar de seguridad o inseguridad es referirse, básicamente, a la problemática del delito”, sostuvo María Cristina Mata, investigadora en comunicación, especializada en el estudio de públicos, cultura y ciudadanía quien disertó en el marco del “Foro internacional: Derechos y seguridad humana” organizado por el Programa Universidad, sociedad y cárcel, de la Universidad Nacional de Córdoba.

La investigadora señaló que se trata de “una restricción peligrosa, porque para vivir seguros en una sociedad, los individuos también necesitamos contar con seguridad social, es decir, con los derechos básicos que preservan la calidad y dignidad de la vida y de los que carecen muchas personas, a pesar de estar validados constitucionalmente. Me refiero, entre otros, al derecho al trabajo, a la salud, a la educación”.

En este contexto, la especialista insistió en la naturalidad con que se instaló la idea según la cual los bienes materiales e incluso el propio cuerpo sólo estarían expuesta en nuestra sociedad a condiciones de inseguridad a causa de los delitos. “Es interesante ver cómo las ideas que circulan sobre la seguridad se construyen a partir de cierta caracterización de los actores y territorios como peligrosos o no. Los individuos marginados o excluidos, en términos sociales y económicos, son los principales sospechosos de poner en riesgo la vida y la propiedad de los demás”, indicó Mata.

En cambio, existen decisiones y prácticas que siendo responsabilidad de individuos y grupos dotados de poder económico y político afectan brutalmente la seguridad de nuestra vida, y que no son tipificadas como delitos. “Y esas personas no son jamás presentadas en los medios como delincuentes o posibles delincuentes”, agregó.

En este punto, la investigadora aprovecha para retomar el concepto amplio que propone para pensar a la seguridad humana como un fenómeno complejo. Si bien reconoció el aumento de la comisión de delitos contra la propiedad y los hechos de violencia conexos en nuestra sociedad, señaló que también se incrementaron la incertidumbre laboral y las enfermedades, que aún siendo curables provocan muertes por falta de atención médica o recursos.

“Los medios promueven -a partir de diferentes estrategias discursivas- la identificación del público con las víctimas y ellos mismos se identifican con su padecimiento, creando un sentimiento de inseguridad superior al que podrían suscitar los datos objetivos porque, de algún modo, ese proceso de identificación nos lleva a asumir colectivamente, pero desde cada individualidad, la idea de que todos estamos en peligro”, señaló la investigadora.

No ocurre lo mismo, explica, con los casos de desempleo o de carencias en el terreno de la salud o la educación. “Ahora bien ¿qué sucedería si todos los días los medios reflejaran el caso de una o más personas que narraran la angustia de quedarse sin trabajo, de no poder educarse o de no poder estudiar? Seguramente podrían suscitarse similares procesos de identificación y contribuir a reconocer en esas condiciones más que problemas sociales -como suele presentárselos- objetivas condiciones de inseguridad”, se preguntó.

En ese sentido, Mata considera que “siempre es posible pensar en medios de comunicación, sobre todo en medios públicos, que construyan otro discurso sobre el tema y no se limiten a ser meros repetidores y reproductores del discurso hegemónico sobre el particular”. Refuerza la idea al señalar que es posible modificar la agenda que marcan los medios hegemónicos “si se asume la posibilidad de que el público -que encuentra lo mismo en todos los medios- tenga otros intereses y expectativas a partir de los que pueda ser interpelado”.

Apuntó además a que, desde su perspectiva, para revertir la reducción del concepto de “seguridad” a los ilícitos contra la propiedad privada, “sería muy importante vincular la seguridad social y la civil; mostrar cómo en la medida en que el Estado no garantiza los derechos sociales aumenta la inseguridad social y, en consecuencia, se incrementa el delito. Pero igual de significativo sería dejar de operar con criterios sensacionalistas en el tratamiento de estos hechos”, señala.

Fuente: Infouniversidades