Se viene otra noche para sentarse frente a la pantalla del Tres. Es que se viene un capítulo imperdible de Tiempos compulsivos.

Teresa (Carrá), Inés (Peterson), Gerardo (Arengo) y Sofía (Gamboa) –alentados por el discurso maquiavélico de Esteban (De La Serna)– deciden abandonar la terapia del Dr. Buso (Mirás) y “entregar su psiquis” a otro profesional en la materia, ya que consideran que Ricardo ya no puede hacerse cargo del grupo por estar en un estado de “vulnerabilidad”. Consideran que él tiene “bastantes problemas” como para ocuparse de sus pacientes.

Precisamente el conflicto central que tiene Buso es su crítica situación matrimonial: su mujer Clara (Vallina) le pide el divorcio. Parece no haber acuerdo posible entre ellos; de hecho, la relación entre ambos se torna cada vez más hostil.
Sus conflictos personales trascienden indefectiblemente las fronteras de su hogar y se instalan también en la Fundación: discute airadamente con Ezequiel (Minujín). Ante este panorama, el director de la institución interviene en la reyerta y toma una drástica decisión que puede afectar la continuidad laboral de los dos médicos.

Mientras tanto, los pacientes continúan luchando contra sus propios padecimientos: Teresa no puede escapar todavía de sus temibles “alter egos” y una de sus “víctimas” su amiga Inés, Gerardo sigue adicto a la “conectividad permanente”, Sofía (con un embarazo a cuestas) no encuentra el apoyo que necesita y Esteban tiene pesadillas que lo unen a un terrible pasado de sufrimiento infantil, cuya madre May (Marini) insiste en ocultar.