La polémica cantante estadounidense Madonna se presentó anoche "crucificada" y con una corona de espinas en la ciudad galesa de Cardiff, donde comenzó su gira por Europa, denominada Live to tell.

 

Madonna se presentó ante unos 59 mil espectadores en el inmenso Millennium Stadium galés, donde además de cantar demostró estar aún en una extraordinaria forma física como en sus comienzos de los años 80.

 

En el espectáculo, la artista cantó temas clásicos y los nuevos de su último álbum, Confessions from a dance floor", que hacen un repaso de la música disco pero adaptada a 2006.

 

El momento clave del show llegó cuando, después de algunos mensajes y testimonios contra la violencia, apareció Madonna sobre una enorme cruz hecha de cientos de espejitos y con una corona de espinas en la cabeza.

 

El mensaje social-político se acentuó cuando, al término de "Sorry", se vieron imágenes de guerras y calamidades, como así también de líderes mundiales, desde el papa Benedicto XVI hasta George W. Bush, pasando por el presidente iraní Ahmadinejad y el premier británico Tony Blair.

 

Madonna resaltó cómo entre el público se desplegaron muchas banderas de diversos países y ante esta situación la artista aseguró que se trata de "algo muy bello, porque hay mucha violencia y odio en el mundo".

 

El Confession Tour, como siempre en las giras de la ex Chica Material, es un ensamble de materiales visuales diversos y varios momentos de su carrera: el resultado es un impacto escénico y canciones como "Music" y "Erótica", en las que los coristas se visten como John Travolta en el film Fiebre de sábado por la noche.

 

Madonna, con sus 47 años de edad, mostró una vez más su energía tanto en el baile como en lo lírico.

 

El final del show -sin bises- llegó con "Hung up", en el que la artista se envuelve en una capa blanca con la inscripción "Dancing queen", lo que provocó la fuerte ovación del público.