Encerar. Pulir. Limpiar. Hacer la comida. Y cuidar tres chicos. Todas estas actividades hiceron que Gemma Howden, quien pesaba casi 120 kilos, bajara 63 de ellos.
La mujer de 28 años y vecina de Lampeter (Gales) estaba desesperada por amigarse con la balanza. Pero no podía permitirse el lujo de ir a un gimnasio, por lo que convirtió su casa en un gimnasio.
Entre otras opciones, utilizó la puerta del bebé en la parte inferior de la escalera como un obstáculo que saltó por encima cientos de veces y trabajó en los escalones como si fuese un banco de step.
También usó latas de frijoles y paquetes de fideos como pesas en su estricto régimen de ejercicio diario.
"Estaba enorme, no podía soportar mirarme en el espejo o sacarme una foto. Me desagradaba tanto mi imagen que no posaba para fotos con mis hijos siquiera”, dijo Howden la diario Daily Mail.
"Me sentí muy triste y me di cuenta de que estaba demasiado avergonzada como para aparecer en una foto. Tengo 28 años y me sentía de 65. Andaba resoplando y jadeando por todas partes”, completó