“Cuando se busca un bebé y no llega en el momento en que la pareja lo pensó surge la frustración, el dolor, la preocupación y las preguntas”, afirma la licenciada Alejandra Libenson especialista en crianza, vínculos familiares, pareja y fertilidad.

Hasta que se llega a la primera consulta se transitó un camino largo, de muchas esperas, menstruaciones, ilusiones, encuentros y desencuentros amorosos. Luego vienen los análisis, los diagnósticos y los tratamientos.

“Y lo más difícil, apunta la especialista, es aceptar que a veces se tiene una dificultad y es necesario preguntarse si se está dispuesto a atravesarla y superarla. Si realmente es vivida como una dificultad, donde uno está involucrado, y no es culpable de padecerla, puede esta experiencia ser vivida saludablemente dentro de un marco de tranquilidad y confianza.
Si comienzan a aparecer las palabras culpa, y los tiempos de verbo en pasado, se va a hacer más dificultoso y el famoso estrés, se hará presente con toda su fuerza”, expresa.

El estrés se expresa como tristeza, cansancio, enojo, hiperactividad; puede disfrazarse de mil maneras, aclara Libenson, la cuestión es descubrirlo y sacarle la máscara para poder sentirse mejor: “Y esa mejoría o alivio no siempre es resuelta en el aquí y ahora. Tiene sus tiempos, pero se puede trabajar para lograrlo, como así también se puede lograr el embarazo”, agrega.

Libenson advierte: “No quizás de la manera que hubiésemos idealmente soñado pero sí con un poco de ayuda y trabajo. Es importante poder aceptar esa ayuda, que permitirá sobrellevar este trayecto más acompañado y mejor. Siendo protagonista activo y no víctima de la situación”.

“Hay presiones sociales, laborales económicas y principalmente afectivas que hacen difícil el camino para lograrlo pero no es imposible. Si se quiere ser mamá y papá de alguna manera se va a lograr. Toda persona que atraviesa un tratamiento de fertilidad, tiene sus emociones a flor de piel, se halla más vulnerable, mas allá que tenga su terapia personal.

A veces es necesario mayor apoyo, y esclarecimiento en algunos temas que merecen ser tratados más específicamente mientras dura el tratamiento.

Por eso es tan importante consultar y darse el espacio para aprender a trabajar estas emociones nuevas, entendiendo que es parte del tratamiento integral para acercarse al objetivo”.

Frente a tantos sentimientos nuevos, a un lenguaje nuevo que hay que asimilar, lo importante es, aconseja, que “si bien en cada pareja se vive de manera especial en función de la historia y el tipo de relación que se tiene es saludable no desesperarse, no des-encontrarse, buscar pequeñas metas, comprender que ser padres es un aspecto de la vida en pareja y que seguramente hay más motivos que los lleva y los llevó a elegirse y estar juntos. Que este proyecto no invada todas las áreas de la vida, y no los paralice”.

Para concluir, la propuesta de esta profesional es poder transformar: la presión en comprensión, la ansiedad en manejo de la frustración y de la capacidad de espera. Y fundamentalmente, poco a poco ir reemplazando la tristeza por esperanza poniéndose activos en este gran proyecto hacia el futuro de ser padres.

Fuente: Planeta Mamá