El impostor apasionado es la segunda parte de la saga que comenzó Martín Bossi en 2010 con M, el Impostor. Sin embargo, y pesa a la continuidad de algunos personajes, la presente apuesta tiene varios cambios en relación a la anterior.
Entre ellos, uno de los más notorios, es la presencia en el escenario de Manuel Humberto Wirzt Retta, más conocido como Manuel Wirtz, a secas.
La obra que arrancó una serie de cinco funciones el viernes, se presenta este domingo, a las 21, y los próximos jueves 12 y viernes 13 de septiembre, siempre en el teatro Broadway, San Lorenzo 1223.
El mimo, músico, actor, cantante y animador interpreta en El impostor apasionado el doble papel de actor y director de la apuesta.
En escena, el autor de “No me exprimas” y “Vas a salir” encarna a Vladimir Kuzmin, un maestro ruso que intenta llevar al protagonista (Bossi) por el camino de la verdad.
“La idea fue de Martín (Bossi) que me dijo «che negro, por qué no te subís y nos divertimos juntos en el escenario». Ya hace más de seis años que estamos juntos. Y me dije, por qué no”, reseña Manuel Wirtz, en diálogo con Rosario3.com.
Así surgió para el artista la posibilidad de asumir un nuevo espacio de expresión. “Me está trayendo muchas satisfacciones porque nunca estuve en un escenario interpretando un personaje, más allá del tipo que canta o en un espectáculo para niños, esto ya es drama, es comedia”, completa.
A ser consultado sobre cómo se le ocurrió este particular personaje, Wirtz explica que está relacionado con su pasado como mimo y músico.
“Yo conocía el lenguaje debido a mis viajes por Rusia y me parecía que estaba bueno que, inclusive, llevara el nombre de uno de los músicos rusos más importantes, o que al menos lo era cuando fui para allá con La Torre”, cuenta el vocalista.
— ¿Hay alguna expresión tuya, como músico, actor y mimo, que gravite por sobre las otras en el lugar de director de la obra?
— Mirá, uno hace lo que puede. Martín tiene la capacidad armar equipos y creo que él es único director que tiene la obra. Tratamos de acompañarlo para que su sueño se lleve adelante. Por supuesto que mi experiencia sirve pero somos muchos trabajando en esto. Es un espectáculo con una puesta de luces gigante, con seis bailarines, diez músicos en escena. Está muy bueno el show. Y a aquellos que vieron El impostor, los invito porque Charly (García) habla de otras cosas, lo mismo que (Andrés) Calamaro y Joaquín (Sabina). Pasa el tiempo y los personajes crecen.
— Tenés un nuevo disco, "Vení" ¿Para cuándo un show en Rosario?
— Estamos en eso. Por ahí antes de fin de año. Ahora estamos preparando una celebración por los 25 años de carrera para el 9 de noviembre en el Gran Rex (Buenos Aires) (El show saldrá en CD y DVD)
— En esa retrospectiva volcás todo tu material y también algunas canciones ajenas
— En esta profesión uno tiene que ser un poco atrevido y también respetuoso. Me atrevo y hago algunas canciones que a mí me marcaron, como el tango “Tarde” (José Canet) o “Costumbres argentinas” (Abuelos de la Nada) o “Ella ya me olvidó” (Leonardo Favio). No soy un renegado de los hits. Siempre pongo en la mesa aquello que la gente quiere comer y, también, alguna sugerencia del día, que es el plato del chef. Eso es lo bueno de esta profesión, siempre tenés historias para contar. Y si la historia es nueva, mejor.
— Si pudieras tocar con algún grupo ¿Cuál sería?
— Si vamos a soñar, me hubiera gustado ser el tiracables de Los Beatles, ni si quiera tocar. Me hubiera encantado estar ahí, acomodándole la batería a Ringo Starr. Y después, de tocar hoy, me gustaría hacerlo con Ricardo Mollo (Divididos), con los Auténticos decadentes; bandas que me gustan hay muchas. Pero Los Beatles son el antes y después de todo. Fijate que desde Sui Generis a Serú Girán o Almendra, esas bandas tenían mucho de Los Beatles. Por eso hablo de los ’60 y 70, ése fue el bife marcado, después le ponés crema, hongos, lo que quieras; pero la carne se marcó ahí.
— Hoy trabajás con Topa en la producción de un ciclo para Disney ¿Qué cambios notás, si pudieras hacer un paralelo, con tu experiencia en "No te quedes afuera"?
— Estoy haciendo la puesta en escena junto a Alberto López, que es mi socio. Ha cambiado mucho el mundo y han cambiado los medios. Y los pibes ya no son los mismos de antes. Pero creo que la necesidad del cuento antes de ir a dormir, la fantasía o la curiosidad que despiertan una buena historia no han cambiado.
— Cuando vos empezaste con la música, el rock era bastante sectario y no perdonaba un cruce de géneros. De hecho, hasta que Spinetta no lo convocó a tu hermano Daniel, le seguían enrostrando ser parte de La Sonora de Bruno Alberto ¿Cómo ves las cosas hoy?
— Hay bandas que me gustan y otras no porque son copias y no proponen nada genuino. Pero aunque no me gusten es interesante que haya ruido. Además, hay bandas de chicos muy jóvenes que tocan muy bien, una gran camada de músicos que estudian. Y tenés las otras que ni siquiera afinan para salir a tocar, y eso me parece desagradable. Pero, veo que hay una gran movida de música, más que de rock. Sí me parece que les han metido mucho en la cabeza eso de «la inmediatez», de que «la vida es hoy» y todo ese ta ta ta (sic). Hay una cosa de armar estribillos pegadizos y de conseguir la fama ya. Y cuando armás una banda, lo primero que tenés que hacer es operarte de las expectativas. Porque lo inmediato suele, al final de camino, tener un sabor amargo. Como el personaje de Toy Story que le dice al otro «nos estás volando, estás cayendo». Y pasa que muchos grupos creen que están planeando pero, en realidad están en caída libre, no están sustentados por nada.
— ¿ Pensaste en relanzar tus dos primeros discos, hoy descatalogados?
— No. Son errores que uno comete que piensa que nada se termina y que todo es para siempre. Y no tomás los recaudos de guardar aunque sea algo. Los que yo tengo me los regalaron los fans. Tengo los vinilos en cuadritos y están en el camarín que comparto con (Martín) Bossi, como un gran presente.


