Pedro Robledo

Cuarenta y cinco minutos después de lo anunciado, apareció en escena Marco Antonio Solís, calmando la ansiedad acumulada de las miles de fans que lo aguardaron pacientemente este viernes en Rosario.

La noche conspiró favorablemente para el disfrute de un excelente show al aire libre. Fue imponente la puesta de luces y sonido y prolija la organización del evento, con el mismo diseño que tuvo el recital de Luis Miguel el miércoles.

Con un fragmento de "Te sigo esperando", inició un recorrido por los temas más conocidos de su repertorio solista, dejando un espacio para el recuerdo de sus comienzos formando parte de Los Bukis.

Treinta personas en escena, incluyendo cuatro bailarinas, tres coristas, una orquesta de cuerdas y una sección de vientos, con el mejor sonido posible, sirvieron de óptimo soporte para el impecable desempeño del mexicano.

"Rosario de mi vida, llevas el nombre de una virgencita", dijo al saludar. "No vamos a hablar de economía ni de política, sino de sentimientos", expresó para completar la bienvenida.

Con "No puedo olvidarla", "Si te pudiera mentir" y "Dios bendiga nuestro amor", los primeros temas, demostró la contundencia de las canciones de amor, fórmula eficaz en este tipo de propuestas en que la temática se sostiene durante todo el show.

Se mostró muy relajado, suelto, movedizo, ante un público que en su mayoría rozaba edades de damas mayores con actitud de auditorio dispuesto a escuchar al artista dejando para el final las expresiones de afecto más intensas.

El público se mantuvo estático, sin demasiada euforia, salvo cuando artista propuso "moverse" y allí tocó timbales mientras cantó "Tú me vuelves loco". Luego asumió la defensa de los caballeros y criticó a las damas demasiado exigentes con "Tu hombre perfecto".

Fue un bloque de canciones de amor, con un toque de humor al presentarlas. Mientras preparaba su guitarra, se quejaba del mal que les hace a las sociedades la desintegración de familias, pidiendo justamente pensar siempre en conservar los vínculos.

Se fue enredando en el discurso, para terminar contradiciéndose dedicando a quienes sufren relaciones tormentosas su tema "O me voy ó te vas", una letra que sugiere cortar la pareja.

No sólo hubo baladas y canciones románticas. Hubo espacio para rancheras y corridos, ritmos folklóricos de su país.

Con su clásico sombrero, apoyado por un cuadro de danzas y vestuario típicos, interpretó "Morenita", de su disco "Una noche en Madrid".

Las bailarinas volvieron a lucirse en "Mi pobre corazón"(cumbia) y en "Dónde estás" (merengue"), donde Marco Antonio nuevamente demuestra su virtuosismo con los timbales y se suma a la coreografía.

"No me dejes morir sin tu abrazo", rezaba un cartel que Solís identificó. Invitó a subir a su portadora, una privilegiada dama que se llevó dos abrazos de su ídolo, para delirio y envidia del resto.

De su primera época al frente de Los Bukis, también rescató "Y ahora te vas" y "Tu cárcel", hitazo pegadizo si los hay, muy festejado por el público. Con la imagen en pantalla de Rocío Durcal, se lució el coro en "Ya te olvidé", un tema que la cantante española tomó del repertorio de Marco Antonio Solís para su disco "Como tu mujer".

Cuando ya el clima de la medianoche se ponía fresco, amagó la despedida con "Más que tu amigo". Volvió para los bises, para lo cual eligió "Dónde estará mi primavera" y la infaltable "Si no te hubieras ido", una de sus canciones más reconocidas en los últimos años.

Antes de despedirse definitivamente, presentó a su staff, en donde destacó especialmente a la Orquesta de Cuerdas integrada por músicos rosarinos, dirigidos por el catalán Arturo Solar.

Hincado, rezando, sosteniéndose apoyado en el pie del micrófono, el cual tenía impresa al frente una cruz, dio luego el último mensaje dejando para los rosarinos sus mejores deseos.