Nacida el 8 de abril de 1952 en la Capital Federal, María Marta García Belsunce se crió en una familia acomodada y de buen pasar, pero eso no impidió que pasara los últimos años de su vida dedicada a ayudar los más pobres y a la búsqueda de niños perdidos.

Cuando fue asesinada, en octubre de 2002, la socióloga que hoy tendría 55 años, era vicepresidenta de la entidad Missing Children argentina, dedicada a buscar chicos perdidos y vocal de la Asociación Damas del Pilar, que realizaba obras de caridad en esa zona del norte del conurbano bonaerense.

"María Marta era el motor de Missing Children", dijo Patricia Reyes, cuando declaró en el juicio, sobre el rol de su amiga en la entidad que presidía Susan Murray. La socióloga conoció a Murray en un programa de radio que hacía en Pilar y, entusiasmada por la labor que desarrollaba, se unió a ella hasta ser su segunda en la entidad.

Con las Damas del Pilar, María Marta cumplía la función de tesorera y guardaba los fondos que se recaudaban con las obras de beneficencia. "Era una mente muy brillante, una persona muy solidaria, llevaba los hilos de la asociación con un muy bajo perfil", aseguró Haydée Bargueño, otra integrante de la entidad.

Esta actividad y su conexión con la Red Solidaria llevaron a María Marta a ocuparse también de comedores comunitarios como el que manejaba Roberto Effling, quien definió a la socióloga como la mujer más importante de su vida, después de su madre y su esposa.

García Belsunce iba a ese comedor dos veces por semana para llevar comida y remedios para 170 chicos y como agradecimiento, tras su crimen, en el barrio se abrió el "Club Deportivo y Cultural María Marta", que fue creado con el fin de sacar a los chicos de la droga.

Hija del jurista Horacio García Belsunce y de Luz Galup Lanús, María Marta se crió en una familia sin apremios económicos y tuvo dos hermanos: María Laura, profesora de gimnasia, y Horacio, un abogado y periodista con quien supo compartir un programa de cable.

Cuando todavía era chica y cursaba sus estudios en el colegio Jesús María, sus padres se separaron y de la unión de su madre con el médico Constantino Hurtig nacieron Irene y John, a quienes –según sus amigas– la socióloga quería por igual porque su madre le decía: "Todos son de la misma panza".

Si bien familiares y amigos siempre destacaron que la relación entre todos los hermanos era "excelente", Horacio y John hoy están procesados por el encubrimiento del crimen de María Marta e Irene está acusada por el fiscal Diego Molina Pico de participar en el homicidio.

Cuando tenía 19 años, María Marta se casó con el agente de bolsa Carlos Carrascosa, por entonces de 26, y compartieron trabajos relacionados con las actividades financieras. La pareja nunca pudo tener hijos y en algún momento pensó en adoptar, pero la muerte de un sobrino postergó esa decisión para siempre y la socióloga optó por volcar gran tiempo a los otros chicos de la familia y a los ajenos.

En los 90, el matrimonio decidió mudarse al Carmel Country Club de Pilar, donde a La Negra, como la llamaban sus más allegados, le gustaba jugar al tenis los domingos y con su perros, Tom y Paca, esta última presente cuando la asesinaron.

Entre las amistades del matrimonio, estaba Michael y Nora Pichi Taylor, que también vivían en el barrio cerrado y eran compañeros de viaje de los Carrascosa por el mundo. "Siempre jugábamos al scrabble y a los rompecabezas y a ella le gustaba mucho andar a caballo", contó Pichi.

En invierno, la pareja también se hacía escapadas con sus familiares a Bariloche para esquiar y allí María Marta visitaba a una de sus mejores amigas, Inés Ongay, a quien conoció a los 13 años en el colegio Jesús María. Lo curioso es que Carrascosa se iba en su camioneta y su mujer en avión, porque al hoy viudo le da pánico volar.

En sus ratos libres, la socióloga dedicaba tiempo a la lectura y antes de ser asesinada se había interesado por los textos de Muhammad Yunus, el "banquero de los pobres" que creó un sistema de préstamos para los más necesitados. Con Yunus como inspirador, María Marta quería profundizar su ayuda hacia los más desprotegidos, pero el 27 de octubre de 2002 su tarea solidaria quedó truncada para siempre.