El auge de la comunicación por Internet tiene su contracara en una forma de delito que se instala con más fuerza a la par del progreso tecnológico. Se trata del robo impulsado a través de un contacto virtual y amoroso con fines sexuales. El modus operandi es sencillo: un hombre conoce por chat a una mujer, ambos coinciden en encontrarse en un lugar íntimo y una vez concretada la reunión, se destapa una escena de robo en la que alguno de los dos sale damnificado.

Un caso paradigmático es el Alberto F, de 25 años, que decidió conocer físicamente a María, una chica con la que había chateado. Así, fue hacia su departamento colmado de expectativas pero sus sueños eróticos se esfumaron al calor de los puñetazos que sufrió de parte de un hombre que acompañaba a la chica y que incluso le robó todo lo que tenía consigo.

Sin embargo, existen mayores peligros a la hora de mantener un encuentro con un desconocido, lejos de los sitios públicos. De acuerdo a fuentes policiales consultadas, un ejemplo podría ser el caso del homicidio de Luis de Isla en cuya investigación se erige con fuerza la hipótesis de que el contador asesinado haya contactado a sus homicidas vía Internet.

Para el oficial Cristian Basualdo, licenciado en Educación Informática e impulsor de la sección Pericias Informáticas de la Policía de Santa Fe en 1997, “este tipo de casos son muy frecuentes y, sin dudas, se van incrementando a la luz del desarrollo tecnológico. Proliferan porque están amparados en el anonimato. Nadie puede asegurar que el otro es quien dice ser que es”. Sin embargo, lamentó: “Muchas veces no son denunciados porque comprometen la privacidad de las personas que se sienten que fueron estafadas”.

A través de la investigación, Basualdo sostiene algunas premisas en la materia. “En Internet tenés de todo, desde personas que se hacen pasar por lo que no son y ofrecen algún tipo de contacto sexual por dinero o no, también existen servicios específicos pero que no se presentan como tales, sino que enganchan a la gente diciendo que son masajistas, por ejemplo”.

La proliferación de mal intencionados en la gran red obliga a la toma de recaudos para que la pasión no le gane a la razón, sin por ello caer en una paranoia cuando se conoce a alguien. El licenciado Basualdo aconseja: “Tratándose de personas mayores, es más difícil porque no se le puede prohibir tener sexo así pero bueno, se le puede recomendar que el primer encuentro con el otro siempre lo haga en un lugar privado y que no revele ni el domicilio, teléfono o lugar de trabajo apenas se lo conozca”.

Una vía de contacto elegida por los tímidos, a un alto costo

La consolidación de esta manera de relacionarse sexualmente presenta algunas características que le dan cierta identidad. El presidente del Instituto Kinsey de Sexología de Rosario, Juan Impallani, coincide con Basualdo en la multiplicación de este tipo de delitos cuyo motor es el mal uso de Internet.

“Se trata de un contacto impersonal en el que la persona siente que no tiene que poner nada de su parte y nada hay para perder. Es una verdadera ventaja para los tímidos que sienten muy difícil el contacto personal y este tipo de vínculos se les hace más accesible”, explicó el especialista en Sexología Clínica.

“Es una realidad muy frecuente la de conectarse por chat. La mayoría busca un encuentro sexual, el llamado sexo light o al paso. Se busca un determinado perfil, pero en esto incurre muchas veces la mentira, se engaña con respecto a la edad, a los aspectos físicos, a los intereses y fines”, continuó.

En su recorrido profesional, Impallani atendió muchos casos en que los interesados en esta propuesta sexual, terminaron en la comisaría haciendo una denuncia. “El peligro está latente, en la mujer es más grave, puede tratarse de un abuso pero también tienen riesgos los varones. Algunos han ido a un encuentro y se toparon con que la mujer era prostituta y les pide dinero o le roban”

Además, el profesional señaló que: “Hay muchos pacientes que incurren en una adicción, sienten que es más fácil, más interesante y ya no pueden más establecer un contacto personal. Es una especie de masturbación virtual o asistida en la que el sujeto encuentra el placer, ya no en el contacto cuerpo a cuerpo”.