En un ataque aéreo israelí contra el pueblo de Qana, en el sur de Líbano, murieron hoy 57 personas, entre ellas 27 niños, según confirmaron fuentes médicas y de la policía.

Tras el ataque se ha suspendido la visita que hoy iba a realizar a Beirut la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, quien, según explicó en rueda de prensa en Jerusalén, va a proseguir su mediación para alcanzar un alto el fuego sostenible. Mientras, varios países europeos repudiaron el ataque israelí y pidieron una investigación internacional.

"Queremos un alto el fuego tan pronto como sea posible (....), pero las partes en conflicto tienen que llegar un acuerdo de alto el fuego", dijo Rice.

El número de víctimas por el ataque podría aumentar debido a que los socorristas estiman que muchas personas quedaron bajo los escombros. Con estas muertes el número de libaneses fallecidos desde que empezó la ofensiva del Estado judío asciende a cerca de 660, contra 51 del lado israelí.

Rice, que lamentó la pérdida de vidas inocentes, pidió a Israel mayor cuidado para evitar víctimas civiles.

El jefe de gobierno de Líbano, Fuad Siniora, compareció ante las cámaras de televisión visiblemente enojado y calificó el ataque de "crimen de guerra". Señaló además que ante la masacre de la población no hay espacio para las conversaciones y volvió a pedir un alto el fuego sin condiciones.

Pero el primer ministro israelí, Ehud Olmert, aseguró que su gobierno aprobará un alto el fuego en el conflicto de Líbano cuando Hezbolá haya cumplido con las condiciones para ello.

"Israel no tiene prisa por alcanzar un alto el fuego antes de conseguir los principales objetivos que nos hemos propuesto. Entre ellos figuran avances en el proceso diplomático y los preparativos para una tropa multinacional", dijo Olmert al inicio de la reunión semanal de su gabinete en Jerusalén.

La cifra de muertes en el ataque aéreo de Qana es la mayor resgistrada hasta la fecha desde que el conflicto armado entre Israel y la milicia chiita de Hizbollah, instalada en el sur de Líbano, arrancase el 12 de julio.

"Han muerto 51 civiles libaneses, entre ellos 27 niños. También tenemos 17 heridos", dijo una fuente hospitalaria en la ciudad de Tiro, próxima a Qana.

Tras el devastador ataque aéreo israelí, cientos de manifestantes enojados asaltaron la sede de la misión de Naciones Unidas (ONU) en Beirut.

La gente, que protestaba así contra el baño de sangre, destrozó ventanales y ascensores. Se escuchaba "Alá u akbar" (Dios es grande) y "¡Dios bendiga a nuestro líder Nasrallah!", en referencia del líder de la milicia radical islámica de Hizbollah, el jeque Hassan Nasrallah.

Testigos en Qana indicaron que la mayoría de víctimas eran mujeres y niños que se habían refugiado en el sótano del edifico destruido. En esa área residencial cayeron 50 bombas, dijeron.

Un voluntario de la Cruz Roja dijo: "Puedo decir que es una masacre. La mayoría de las víctimas huía de las bombas israelíes en otras áreas del sur de Líbano".

Un portavoz del ejército israelí sostuvo en Tel Aviv que el ataque fue una reacción a ataques con misiles por parte de la milicia de Hezbolá.

El portavoz sin embargo no quiso explicar la razón concreta del ataque contra el edificio.

Qana ya fue escenario de otra masacre en 1996, cuando al menos 109 personas murieron durante un ataque de aviones israelíes contra un campamento de la ONU.

Mientras la milicia de Hezbolá amenazaba con vengar las muertes de Qana, las condenas del ataque no se han hecho esperar. El presidente de Francia, Jacques Chirac, dijo que este ataque no se puede disculpar y volvió a exigir un alto el fuego.

También el gobierno español ha expresado "su más profunda consternación y condena" del bombardeo israelí a través de un comunicado difundido por el Ministerio de Asuntos Exteriores en Madrid.