Cecilia Nazábal, educadora y luchadora de los derechos humanos, murió a los 60 años, tras padecer una larga enfermedad. Sus restos eran velados en Casa Bassi, de Salta y Francia.

Cecilia era directora del jardín La Nube y desde allí ayudo a formarse en libertad a cientos de chicos cuyos padres encontraron en el establecimiento de Paraguay y Tucumán un lugar donde el amor siempre fue más fuerte.

Como el que Cecilia profesaba por su esposo y padre de su hijo, Fernando Dante Dussex, desaparecido en 1977.

Sí, Cecilia transmitió amor por la vida a varias generaciones. Y dio el último ejemplo con su inclaudicable lucha por la Justicia.

Su lucha, y la de otros familiares de desaparecidos como su amiga Alicia Gutiérrez, hizo que hoy estén sentados en el banquillo de los acusados, en los Tribunales federales de Rosario, algunos de los responsables de los crímenes de la dictadura en Rosario.

Debe haber sido una importante satisfacción para ella llegar a ver eso. Cecilia pudo presenciar las primeras audiencias y rompió en llanto cuando escuchó en el tribunal las circunstancias del secuestro de su esposo, Fernando Dante Dussex.

Pero deseaba fervorosamente declarar y no llegó a hacerlo, porque a poco de empezar las audiencias debió ser internada.

Sin embargo, en un documento que escribió y se puede leer en El diario de los juicios pudo dejar su deseo más profundo: “La pérdida de tantos compañeros y el esfuerzo de tantos otros no puede ser en vano y alguna vez tendremos la Patria Justa, Libre y Soberana por la que luchamos y con la que soñamos”.