Miles de noruegos salieron a las calles de Oslo para conmemorar en silencio el primer aniversario de los atentados perpetrados por el ultraderechista islamófobo, Anders Breivik, ataques que costaron la vida a 77 personas en la capital y la isla de Utoya.

"La bomba y los disparos pretendían cambiar Noruega, pero la gente respondió abrazando nuestros valores", dijo el primer ministro Jens Stoltenberg en el acto principal celebrado ante la sede gubernamental de Oslo, donde aún se pueden ver los daños provocados por la explosión.

“Breivik falló en su intento", subrayó emocionado Stoltenberg, delante de los millares de asistentes que portaban rosas rojas y blancas en recuerdo de las víctimas, que en su mayoría pertenecían a las juventudes del Partido Laborista Noruego.

Vegard Groeslie Wennesland, una de los sobrevivientes de la isla de Utoya, que tomó la palabra durante la ceremonia, aseguró que "muy pocas personas pueden pasar un día sin pensar en lo que ocurrió el 22 de julio, sin pensar en una persona a la que echas de menos, alguien con quien solías salir o a quien pedías consejo y cosas así".


El día del feroz ataque, Breivik -que acusaba a los partidos mayoritarios noruegos, con los laboristas a la cabeza, de destruir el país fomentando un modelo "marxista" multicultural- detonó un coche bomba ante un complejo de edificios gubernamentales de Oslo que mató a ocho personas y después se desplazó a la isla de Utoya, donde asesinó a tiros a decenas de jóvenes.

Después del acto en Oslo, tuvo lugar una ceremonia religiosa en la que el presidente de las juventudes socialistas AUF, Eskil Pedersen llamó a mirar adelante.

"Hoy queremos recordar y echar de menos. Mañana comienza un nuevo día, tenemos que seguir adelante, aunque no sin luto y dolor". Pedersen fue uno de los que logró huir de la masacre, informó la agencia DPA.