Aplicar frío en las primeras seis horas de vida podría reducir las secuelas neurológicas en los niños que padecieron falta de oxígeno durante el parto. Esta es la principal conclusión de un estudio publicado en la revista ´The Lancet Neurology´ que muestra la última evidencia a favor del frío en las unidades de cuidados intensivos de neonatos.

Como explica el doctor Alfredo García-Alix, especialista del Hospital Sant Joan de Deu de Barcelona, la hipotermia inducida y controlada consiste en enfriar el cerebro de estos bebés para tratar de reducir las discapacidades graves o incluso la muerte causada por la hipoxia en el momento del parto.

"La clave consiste en aplicar el frío en las primeras seis horas de vida, para mantener su temperatura corporal en unos 33 o 34 grados durante 72 horas", explica este especialista, que coordina un grupo sobre esta cuestión en el seno de la Sociedad Española de Neonatología. Mediante mantas térmicas que enfrían todo el organismo se consigue que la sangre que llega al cerebro lo haga ya a bajas temperaturas, lo que permite reducir el consumo energético y frenar la cadena de daños neurológicos que se inicia por la falta de oxígeno al nacer.

Otra opción es la que ya aplica el servicio de neonatos del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, mediante un gorro para reducir aún más la temperatura cerebral. "Utilizando un equipo que hace circular agua helada por un gorro (llamado Cool cap) enfriamos la corteza cerebral hasta los 28 grados", explica Dorotea Blanco, especialista de dicha unidad. Y aunque sólo han atendido a tres pacientes desde el pasado verano, señala que los resultados son prometedores. "Ya no se trata de ningún ensayo clínico, es una terapia de aplicación inmediata que ya ha demostrado su eficacia en varios estudios".

Denis Azzopardi, del Imperial College de Londres, ha mostrado que esta estrategia permite reducir un 30%-40% las lesiones neurológicas en áreas del cerebro relacionadas con el desarrollo (la hipoxia en el parto está detrás del 20% de los casos de parálisis cerebral). Además, en su trabajo, realizado entre 2002 y 2006 con 325 bebés, observaron que los que habían sido enfriados tenían tres veces más posibilidades de mostrar un escáner normal.

Porque como Azzopardi explica, sus investigaciones también demuestran que esta terapia del frío no altera los resultados de las resonancias magnéticas que se les hagan posteriormente para seguir la evolución de sus secuelas o detectar posibles daños neurológicos.

Los especialistas advierten que "no se trata de algo mágico”. En ocasiones, los daños cerebrales son tan graves que la terapia no consigue salvar al bebé. De hecho, es una técnica que debe llevarse a cabo en unidades especializadas y por personal específicamente entrenado. Además, el periodo ventana de las seis primeras horas es crucial para tener éxito. "Para salvar a un solo niño, tenemos que tratar a unos seis u ocho recién nacidos", explica la doctora Blanco; "aunque los beneficios que podemos lograr justifican cualquier esfuerzo".

"Esta técnica no la pueden tener todos los hospitales, por eso estamos en fase de divulgación para que los más pequeños sepan que pueden enviar los casos más graves a estos centros, dentro de las primeras seis horas de vida", concluye la doctora Blanco. "No es una tecnología cara, y su precio resulta ridículo con los beneficios que obtenemos", apunta.

Fuente: El mundo