Todas las hormonas que guarden relación con el comportamiento pasaron o pasarán en algún momento por el Laboratorio de Neuroendocrinología y Comportamiento del Departamento de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). La protagonista de las últimas investigaciones es la antidiurética, de la que se hallaron nuevas evidencias que la vinculan tanto a mayores niveles de estrés como de agresividad.

Bajo la dirección del investigador del CONICET Matías Pandolfi, el equipo ha arribado a múltiples conclusiones a partir de diversos estudios sobre la chanchita (Cichlasoma dimerus), un pez de agua dulce que utiliza como modelo experimental. “Nos sirve porque tiene una marcada jerarquía social y los combates por el territorio se desatan con facilidad”, explica el científico sobre esta especie que vive en el noreste de nuestro país y sur de Brasil.

En su más reciente publicación científica, el grupo se centró en el papel de la hormona antidiurética (ADH) -cuya función más conocida es la de regular la producción de orina- en el comportamiento agresivo y el establecimiento de la jerarquía social, un vínculo que ya se conocía en mamíferos. De acuerdo a la explicación de los especialistas, existe un juego entre esta hormona y la oxitocina, responsable de inducir el parto y asociada también a la conducta amorosa y sexual.

“Tienen funciones contrapuestas: mientras que la oxitocina está relacionada con la regulación de la empatía y la confianza entre los individuos, la antidiurética lo está generalmente con el combate y el despliegue de los machos para atraer a las hembras”, describe Martín Ramallo, becario del CONICET en el laboratorio y primer autor del estudio, que fue publicado en la revista General and Comparative Endocrinology.

La ADH está presente en todos los vertebrados, se llama vasopresina en los mamíferos y vasotocina en el resto. “En los peces es muy importante porque, como viven en el agua, están permanentemente en contacto con la orina”, apunta Ramallo.

Así, a través de los sistemas olfativo y gustativo detectan si otros individuos son dominantes o subordinados y si están aptos para la reproducción. “La regulación de liberación de orina está determinada por el estatus social”, señala Pandolfi sobre este trabajo concentrado en machos, y que en su próxima etapa se propone ver qué sucede en las hembras.

Como la antidiurética está asociada a múltiples funciones, el equipo se propuso buscarla en distintas partes del cuerpo por medio de experimentos tanto in vitro como en el propio pez. Fue así que halló interesantes efectos en tres puntos vinculados a la reproducción: el hipotálamo, una región del cerebro; la hipófisis, glándula ubicada en la base del mismo órgano; y los testículos.

Lo que observaron en el cerebro fue que las neuronas asociadas a la regulación del estrés que producen la vasotocina son de mayor tamaño en los animales subordinados que en los dominantes. “Eso nos indica que habría mayor producción de la vasotocina en los individuos subordinados y, por ende, mayor estrés”.

Al nivel de la hipófisis, comprobaron que la antidiurética promueve la liberación de dos hormonas llamadas Folículo Estimulante (FSH) y Luteinizante (LH), vinculadas a la producción de espermatozoides. Finalmente, en el testículo también observaron que tiene un efecto positivo en la producción de testosterona, hormona sexual masculina, a su vez relacionada con la agresividad.

“En este laboratorio estudiamos distintas hormonas que guardan relación con el comportamiento, y también aquellas con el estrés, que generalmente inhibe la reproducción, como suele suceder en humanos”, señala Pandolfi.

Fuente: UBA - Conicet