La Hepatitis C es una enfermedad infectocontagiosa que se desarrolla cuando el virus VHC se aloja en el hígado provocando que este órgano se inflame, comience a tener complicaciones y, por ende, deje de funcionar correctamente.

Si bien existen fármacos que permiten tratar esta condición, en la Argentina, aunque cubren a todas las personas carenciadas, en algunas provincias están limitados a un determinado número de pacientes por año debido a un tema de disponibilidad.

No obstante, y más allá de las diferencias entre los países, con los fármacos actuales hay una gran cantidad de pacientes que presentan cuadros severos o genotipos difíciles de tratar, para los cuales, hasta el momento, la curación se ubicaba en torno al 40%.

“Pero, con las nuevas drogas, que se espera estén disponibles a nivel mundial en 2010 pues ya se encuentran en fases avanzadas de desarrollo, será posible equiparar la posibilidad de éxito con la de los casos más benignos, alcanzando el 80% de posibilidades de erradicar el virus y por ende curar la enfermedad. Esto, sin lugar a dudas, tiene un importantísimo impacto si pensamos en la posibilidad de frenar la progresión de la Hepatitis C y en consecuencia el contagio”, sostiene el doctor Marcelo Silva, jefe del Servicio de Hepatología del Hospital Universitario Austral (HUA).

“Cuando hablamos de nuevos fármacos –el grupo más adelantado es el de los denominados inhibidores de la proteasa–, que actúan a través de una estrategia similar a la del HIV. De hecho, con los antirretrovirales disponibles actualmente el abordaje de esta afección pasó a ser un éxito. Ahora bien, lo que deberemos hacer cuando las drogas estén disponibles es trabajar sobre la adherencia, cuestión que dependerá no solo de los médicos y sus pacientes, sino también de la industria, que debería tener la habilidad suficiente para hacer formas de la droga que tengan una buena exposición”, agrega el Dr. Silva.

Otro tema que requerirá estudio es el de las compatibilidades y los efectos adversos pues cabe destacar que a través de los abordajes integrales y modernos, la clave estará en la sumatoria. Es decir, las nuevas drogas no reemplazarán a las actuales, sino que las complementarán.

La transmisión de la Hepatitis C, que es la primera causa de cirrosis (el 20% de los casos evolucionan hacia esa complicación), cáncer y trasplante de hígado, se produce a partir del contacto entre la sangre de una persona infectada con la de una que no lo está. Por esto, a diferencia de la Hepatitis B o el virus del HIV/SIDA, no se contagia por vía sexual.

Al igual que sucede con muchas otras patologías, en la Argentina no hay cifras concretas de prevalencia disponibles debido a que, como comenta la doctora María José Frontera Vaca, médica de la misma institución, “hasta el momento no se han realizado suficientes estudios poblacionales correctamente diseñados que permitan establecer la cantidad de afectados por el virus del HCV que hay en nuestro país”.

“La mayoría de los datos provienen de los bancos de sangre estatales y privados, dado que por resolución del Ministerio de Salud (año 1993), es obligatorio el tamizaje para anti-HCV en toda sangre que vaya a ser trasfundida. Sin embargo, es sabido que las evaluaciones de este tipo –entre 0,7 y 1,5% en dadores de sangre– subestiman la verdadera incidencia”, agrega Frontera Vaca.

“Finalmente –menciona la especialista refiriéndose a las carencias–, los recursos para realizar estudios de biología molecular no son adecuados; y además sólo el 67% de las provincias tienen acceso al test que confirma el diagnostico de Hepatitis C, y el 55% al genotipo, condición necesaria para determinar el tiempo de tratamiento”.

Fuente: Hospital Universitario Austral