Télam, Enviado especial Las calles de Nuremberg comienzan a vivir el inicio del mundial, pero no de la mano de los alemanes sino de los argentinos y brasileños, quienes ilusionados con volver a ser campeones, se muestran con los nombres de los símbolos de sus seleccionados: Lionel Messi y Ronaldinho. "Ey, argentino, yo quiero a los argentinos, pero Brasil va a salir campeón del mundo", fue el grito de un brasileño, quien hace algunos años vive en Nuremberg, a Fernando, un porteño radicado en Miami y que llegó a Alemania para vivir de cerca el mundial. Todo sucede en una de las calles más turísticas de Nuremberg, un argentino y un brasileño en medio de un cruce dialéctico, frente a la iglesia de Sebalder. Los dos desafían el frío con tal de mostrar sus camisetas, que tienen los nombres de los emblemas actuales del fútbol argentino y brasileño: Messi y Ronaldinho. De la mano de los argentinos y brasileños comienza a respirarse aire de mundial, en una ciudad en la que el fútbol está lejos de ser el principal atractivo. No es casual que los ídolos del Barcelona de España, amigos entre ellos, sean los nombres que mejor representen el sentir del fútbol argentino y brasileño, porque desde su talento provocan que miles de personas se ilusionen con dar una vuelta olímpica. Es que Messi y Ronaldinho son fieles exponentes del buen fútbol, de sus pies nacen lo mejor que hoy por hoy pueden brindar los seleccionados argentino y brasileño. Y, como estos hinchas, ambos se dan la mano a la distancia, se abrazan a una ilusión, la de poder observar buen fútbol en este mundial de Alemania. Por ahora en Nuremberg el festival de rock, que se lleva a cabo en el Frankenstadion, donde hoy tocarán los Rolling Stones, se lleva toda la atención, sobre todo de la juventud alemana, que acampa en los alrededores de la cancha donde se jugarán cuatro partidos del mundial, derrochando miles de litros de cerveza. Pero para los argentinos y brasileños eso no cuenta, en lo único que piensan es en el comienzo del mundial. Por eso, no importa el frío, no importa que el sonar de las campanas aturda en Nuremberg, no importa nada. A ellos, argentinos y brasileños, sólo les importa mostrar sus colores, pese a que en esta parte de Alemania pasan desapercibidos, sus sueños e ilusiones se acrecientan con las horas, cuando falta cada vez menos para el momento de la verdad.