Lalo Falcioni*

Echando una rápida mirada hacia atrás, resulta difícil encontrar en el juego de los equipos rosarinos datos alentadores que hagan ilusionar con un clásico que hará historia. Es más, con un análisis un poco más profundo que la simple observación de la tabla de posiciones, todo hace caer abruptamente en el más profundo pesimismo.

Pero ahí está el desafío: una tarde de fútbol que borre de un plumazo estas doce fechas de miseria de puntos, de alegría en cuentagotas, de pasión desbordante en las tribunas pero abulia exasperante en la cancha. Las víspera del choque del domingo ubicó a Central ante la obligación de ganar para evitar el cadalso pero Newell´s no puede ocultarse detrás de esa sensación popular.

La satisfacción del hincha rojinegro se fue apagando fecha tras fecha y sólo una luminosa puesta en escena o un opaco triunfo, pero triunfo al fin, salvará en parte las ropas de quienes, hasta aquí, entregaron un presente desnudo de fútbol.

Dice un mito urbano que los clásicos son partidos aparte, que nada tienen que ver los antecedentes, y hasta se llegó a decir que se puede salvar el año si uno los supera con una sonrisa. Enhorabuena que sea un partido extemporáneo para todos, entonces.

Que Justo Villar vuelva a ser se coloso guaraní infranqueable con cara de bueno; que los defensores se contagien de esa cantera leprosa inagotable, que aportó jugadores de cabeza levantada, pecho erguido y perna fuerte; que el Pitu Cejas le agregue caños y gambetas a su sudor; que el espíritu zapatista del Pepi viva en Diego Gavilán y en Hernán Bernardello; que los de Adrían Peralta sean centros y no compromisos; y que los bravos paraguayos de arriba sepan lo que es gritar un gol en un clásico rosarino.

Humildemente, el deseo se hace extensivo a los jugadores de Rosario Central. Todo sea por una tarde de ilusión. Una, aunque más no sea. Para que el domingo a las cuatro de la tarde la radio no nos transmita un 0-0 como aquél de Ferro y Platense en la garganta de Baglietto. Caso contrario, a leprosos y canallas, ni el tiro del final los va a salvar.



*cronista de Radio 2 a cargo de la cobertura de Newell´s Old Boys