Hace un año, un seísmo de 7,6 grados en la escala de Richter causó 73 mil muertos y devastó Cachemira, donde muchos supervivientes se quejan todavía de la lenta reconstrucción, la escasa respuesta gubernamental y la corrupción.

El sonido de sirenas avisó en Pakistán del inicio de un minuto de silencio a las 8.52 hora local (3.52 GMT), la hora en que se produjo ese seísmo en la dividida región de Cachemira, cerca de la ciudad de Muzaffarabad, que quedó totalmente destruida por la catástrofe.

A esa ciudad viajó hoy el jefe de Estado de Pakistán, Pervez Musharraf, para presidir una ceremonia de homenaje a las víctimas, que fueron recordadas en todo el país con oficios religiosos y vigilias, como una ante la destruida torre Margalla de Islamabad.

Días después del seísmo del 8 de octubre de 2005, el Gobierno paquistaní prometió que reconstruiría hasta la última piedra para compensar a los afectados lo antes posible y acogió una conferencia internacional de donantes para financiar la rehabilitación.

Sin embargo, cualquier observador sobre el terreno en Cachemira puede apreciar que el ritmo de trabajo es demasiado lento.

Según Mehtab Khan Abbasi, un ex ministro de la Provincia de la Frontera Noroeste (NWFP), los afectados de ese área todavía están recuperándose tras el impacto de haber perdido a seres queridos y observar la destrucción de sus casas y propiedades.

"Recuerdan las promesas de los gobernantes y les frustra que apenas se hayan cumplido unas pocas", dice Khan, para agregar que "la gente lo sabe todo sobre la ayuda para la rehabilitación enviada por otros países y está enfadada porque no le ha llegado".

Además, los lentos trámites burocráticos que afectan a la distribución de compensaciones y los planes de reconstrucción han causado que deban enfrentarse a otro invierno sin vivienda.

En Balakot, en la región noroeste, miles de afectados han recibido sólo un primer cheque de 325 euros por propietario y esperan el segundo, según lo prometido por la Autoridad para la Rehabilitación y Reconstrucción tras el Terremoto (ERRA).

Balakot es una de las cinco ciudades más destruidas por el seísmo en esa provincia y muchos de sus habitantes se quejan de cómo se ha hecho el reparto del dinero, debido a numerosas trabas burocráticas.

Uno de los temas polémicos es el plan gubernamental de construir una nueva Balakot en Bakrial, un pueblo cercano, después de que el terremoto matase a 14.000 de sus habitantes, pero la población se resiste a abandonar la localización tradicional de su ciudad.

Según Behram Khan, un tendero del mercado reconstruido en la vieja ciudad, "al menos la inauguración de la nueva Balakot creará más oportunidades y esperanzas para que los afectados por el terremoto tengan una vida más segura".

Alí Ahmed, un joven de 25 años, está contento con el tenderete de zumos que posee en el gran bazar de la ciudad, junto a otras cien tiendas que han emergido de los escombros de Balakot, donde el 95 por ciento de las casas se derrumbó a causa del terremoto.

Las nuevas tiendas construidas a ambos lados de la calzada que recorre el mercado configuran un lugar que vivió una gran actividad comercial antes del seísmo.

En los últimos meses, el nuevo mercado, edificado según las indicaciones de la ERRA, ha experimentado un apreciable desarrollo gracias al mes del Ramadán.

Aunque la mayoría de la población se ha mudado a los distritos próximos de Mansehra y Abbottabad, aún hay mucha gente viviendo en refugios de chapa en los pueblos cercanos a Balakot que utilizan el nuevo bazar para obtener su sustento diario.

Con el lento ritmo de los planes del Gobierno para establecer una ciudad modelo en un área cercana, los habitantes de la ciudad se esfuerzan en reconstruir sus vidas entre pilas de escombros.

El gobierno estima que establecer la nueva ciudad modelo en Bakrial llevará al menos cinco años porque, según el presidente de la ERRA, Altaf Saleem, hay que elaborar una buena planificación.

Hasta entonces, las familias que no aún no ha abandonado la zona hacia lugares más seguros continuarán viviendo en las tiendas y refugios levantados junto a los escombros de sus derruidas casas