Hace unos años, un camarista me preguntó si podía asegurarle que el joven que defendía no cometería en el futuro un delito tan grave como el que en ese momento, se juzgaba. Respondí: es probable que usted o yo o cualquiera, ante circunstancias parecidas y con “bio-grafías” semejantes, hubiéramos reaccionado en forma similar…

Los accesos compulsivos de rabia o violencia inexplicables, dan cuenta de “abortos postnatales” de una sociedad que no comprende la necesidad de adoptar a quienes ingresan en la pubertad y adolescencia. En esta etapa de la vida, se transitan importantes cambios estructurales (corporales) funcionales y vinculares, tan notables como cuando el feto se convierte en recién nacido. Tampoco se asume el necesario compromiso “epigenético” (dependiente del medio ambiente humano, no de los genes) y casi no existen tutores o figuras brújulas, que nutran afectiva y normativamente a quien deben transformar, en adultos entero, erecto, ético, libre, independiente y mínimamente “sano” o feliz. En medio de estos cambios rotundos, el cerebro aumenta su vulnerabilidad como en ninguna etapa de la vida y cualquier fármaco (legal o ilegal), cualquier desilusión o trauma existencial, afectan su desarrollo evolutivo. Si a esto se suma, el permanente estímulo visual, acústico, táctil, vinculado a lo violento o perverso, es casi inevitable que las "huellas", troquelen el comportamiento.

Por supuesto, el riesgo es mayor, cuando nadie percibe ni detecta los síntomas anunciantes de graves patologías personales y sociales.

Refiere la crónica que cerca de la medianoche del 20 de julio del 2012; James Colmes (24 años de edad cronológica), ingresó a un cine de Denver: “Aurora”, donde exhibían el film de Batman: “El caballero oscuro: la leyenda renace” y mató a 12 personas, hirió a 59 y si no lo hubieran “des-cubierto”, tenía preparados explosivos y armas como para hacer desaparecer a todos sus vecinos. Peroantes, que ocurrió? Ciertos homicidios masivos exigen profundizar la etiología o causas que lo gestan o al menos, las que dispararon la tragedia; para intentar que no se imite y reedite.

La formación humana es compleja, pero ya se entiende e ilustra, a la luz de nuevos conocimientos y tecnologías que lo visibilizan. Es la neurociencia la que mejor da cuenta de como las estructuras cerebrales que comandan las emociones, son más importantes, que las áreas cognitivas, intelectuales o de las “inteligencias”. El mismo James, cursaba un doctorado en neurociencias, desde junio del 2011, quizás buceando alguna salida a su drama existencial. Cada vez hay más suicidios y homicidios (incluidos los disfrazados de accidentes) protagonizados por adolescentes y jóvenes.

A veces se presta más atención al “rendimiento escolar” o se miran más las notas de exámenes, que los ojos inyectados y las tragadas de saliva, de hijos, alumnos o pacientes, que sienten angustia, miedo, desarraigos o síntomas patológicos. Una crítica paralela debiera hacerse al sistema educativo, domesticador, cada vez más extendido en interminables e inalcanzables procesos, para poder ejercer alguna profesión. Si bien repetimos la frase: “Para “aprehender”, nada mejor que hacer, practicar o ejercer”, son muchas las trabas para llegar, incluidos los redituables y múltiples postítulos, con trabajos finales que llevan años o cuesta aprobar. James vivía alejado, en la Universidad de Colorado, “porque no encontró trabajo, a pesar de haber finalizado en el 2010 la maestría en la Universidad de California (Riverside) y según refieren algunos allegados, estaba “tan desilusionado, que planeaba abandonar todos sus estudios”.

De todos modos este: “hombre blanco (¿!) de 1,90m de altura, nacido el 13 de diciembre de 1987”, como lo describe el FBI…, recién ahora es visibilizado y reconocido como “introvertido”, “tímido”, “de excelente nivel académico”, “arrogante”, encerrado en sí mismo y “aislado”. Muchos jóvenes llegan a la universidad, desde un pueblo o pequeño lugar y describen el pánico, el sentimiento de intemperie o la angustia de sentirse anónimos o “ninguneados”.

Los actuales vecinos de este joven, declararon a los medios: “nadie lo conocía, nadie…”, no saludaba (ni lo saludaban), lo que significa que ni lo miraban… “Era extrañamente callado” refieren sus compañeros del secundario en la Westview High School. No conozco su historia singular, dicen que vivía en un pacífico barrio de San Diego, pero habría que pensar, si no fue un niño “sobre adaptado”, que paradojalmente “padecía de “cordura”, como escribió Liberman, por eso los investigadores no encuentran antecedentes violentos, salvo una multa por exceso de velocidad. Ni la madre enfermera, ni el padre gerente de una empresa de software, ni su hermana, se daban cuenta de nada: “era una familia muy apreciada por los vecinos y los asistentes a la iglesia del lugar”. Sin embargo, como relata Anthony Mai de 16 años, vecino de su infancia: no jugaba ni se relacionaba con nadie, “parecía fastidiado por algo”(Declaraciones al diario de San Diego Union-Tribune). En “Mashable.com” lo calificaban como “un fantasma en línea”...a veces buscaba “sexo ocasional” y “aventuras", como se impone hoy, confundiendo lo sexual con lo genital, recortado de un proyecto de pareja o partenaire vital.

Cuentan que este episodio horroroso, aumentó el número de espectadores del film de Batman y que más armas vendieron…Que diría Epicuro, si viera con que pasividad aceptamos este mercado de consumos absurdos y patológicos, entrampados en infinitos deseos implantados, que impiden saborear la vida, a la edad en que estamos más capacitados.


 

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