Cuando bajan las aguas después de una inundación quedan las historias de quienes fueron afectados. Los números, las estadísticas y las polémicas esconden casos como el de Darío Fabretti, bombero voluntario de Sanford y changarín de la construcción. Mientras ayudada a sus vecinos a protegerse del agua, su vivienda se inundaba. Tuvo que sacar de su casa a su hijo León, de 1 año y 5 meses, quien padece de un trastorno deglutorio y no puede estar en contacto con focos infecciosos. Lo llevó junto al resto de su familia a vivir a un inmueble que alquiló en Casilda. Hoy no pueden volver a su hogar porque está en ruinas y busca ayuda, como tantos otros que le pidieron a él cuando los rescataba de la crecida.

Ya pasó el fenómeno que dejó medio Sanford bajo agua, se llevó un puente ferroviario en Soldini, hizo elevar el nivel del arroyo Saladillo, y afectó a otras jurisdicciones como Chabás, Arequito, Los Molinos y Casilda. Pero dejó varios interrogantes y heridas abiertas que difícilmente vayan pronto a sanar bajo el fantasma de una próxima inundación.

¿Por qué se inundaron en la región? Para el ingeniero y docente Hugo Orsolini, ex director de Hidráulica municipal y uno de los más entendidos en la materia, existe una “conjunción de factores” para explicar un fenómeno de estas características. Ellos son: el cambio de la intensidad y duración de las lluvias –estamos frente una época de mayor cantidad de precipitaciones y en menor tiempo–, las obras realizadas como canalizaciones y desagües están ejecutadas para una determinada demanda (y no para los máximos esperados), los canales clandestinos que hacen los productores agropecuarios para sacar más rápido el agua de sus campos, y ciertas prácticas agrícolas como la recuperación para la producción de terrenos bajos e inundables.

En la polémica se metió la siembra directa algo que defendieron a capa y espada los productores y profesionales como “una técnica que impacta favorablemente en la absorción del agua de los suelos” según el investigador de la Estación Experimental del INTA Manfredi (Córdoba), Aquiles Salinas. Eso sí, con una importante salvedad, “siempre y cuando se cumpla con la rotación de cultivos”, o sea evitar el monocultivo (de la soja).

El gobernador Antonio Bonfatti, además de decir que “sólo” se anegó una parte de Sanford, responsabilizó a los productores por hacer canales clandestinos, sacarse el agua de encima y tirarle el problema a otro. Es más el secretario de Aguas de la provincia, Fernando Mussi, reconoció la existencia y la detección de canalizaciones no autorizadas aunque sin poder ser sancionada. pese a que hay una ley provincial que las penaliza, según reconoció esta semana en Radio2.

Los canales clandestinos no son algo nuevo y todo el mundo sabe de ellos pero miran para otro lado. Los chacareros se justifican con que deben sacar el agua de alguna manera y acusan a los gobiernos por la falta de obras. Los presidentes comunales tampoco hacen nada y les toca poner la cara en la emergencia. 

Lo que pasó en Sanford es que cedió un terraplén de defensa e hizo que entrara el agua al pueblo. Los excesos hídricos afectaron esta vez la cuenca del Saladillo por eso creció de tal manera que se llevó un puente ferroviario y por efecto de la crecida hizo correr unos 100 metros la bella quebrada que provoca el río frente al Parque Regional Sur de Rosario.

“Este tipo de defensa crea una falsa sensación de seguridad”, apuntó el director del Centro Regional Litoral del Instituto Nacional del Agua, Carlos Paoli. En realidad “falta planificación y estrategia” y “la responsabilidad más importante es del Estado, pero también de la sociedad que debe estar involucrada”, describió. Y dejó en claro que “los gobiernos provinciales deben asumir la responsabilidad de las políticas de planificación en sus territorios”.

Existen los comité de cuencas que son espacios donde se sientan a la misma mesa representantes del gobierno, las comunas, los productores y los vecinos para discutir y poner en marcha trabajos que permiten controlar los cursos de agua que atraviesan el territorio provincial. Estos comités no están conformados en las cuencas del Saladillo y el Carcarañá. “No hubo voluntad de formarlos”, se justificó el ministro de Aguas y Servicios Públicos, Antonio Ciancio.

¿Y las obras?. Ciancio, presidentes comunales, productores y dos legisladores provinciales de la oposición acordaron el martes último hacer un canal aliviador para sacar el agua de la zona afectada y derivarla hacia el río Carcarañá.

Esto desató otra polémica. Vecinos de la localidad de Oliveros _por donde pasa el Carcarañá antes de desembocar en el Paraná_ pusieron el grito en el cielo y el presidente comunal fue a la Justicia para frenar esa obra. Argumentan que le van a mandar los excedentes hídricos, traspasando de una cuenca a otra y que se van a sentir afectados por el aumento del nivel del río que pasa por la puerta de sus casas. Ciancio sostuvo por Radio2 que será “mínimo” el impacto, no traerá mayores consecuencias y que “hay un proyecto” de hace años que justifica esta alternativa. 

Ya pasaron casi dos semanas después de la inundación con un escenario cargado de complejidades, cruces de acusaciones y responsabilidades, defensa de propios intereses, poco interés por lo que le pasa al otro y al menos debilidad o poca eficiencia por parte de las políticas estatales para encarar esta problemática. 

Darío, como otros vecinos de la zona, sigue todavía secando y limpiando lo que dejó el agua. Reza para que no llueva. Espera ayuda. Respuestas rápidas. Soluciones, en definitiva. Como cuando actúa en una emergencia y después de ella.