En cuestión de minutos, el paisaje habitual de la peatonal Córdoba de un día de semana en horario pico se transformó en un lugar desolado típico de un domingo. Es que nadie quiso perderse el choque decisivo entre Argentina y Suiza para avanzar a la siguiente ronda del Mundial.
El ritmo que suele verse un martes laborable en el centro de Rosario, muchas veces caótico, contrastó en demasía con lo que sucedió minutos después del pitazo inicial del partido de octavos donde la selección nacional logró el pasaje a cuartos.
Minutos antes de las 13, hombres de traje, madres con sus hijos que salían del colegio, y personas que fueron a hacer las comprar por la mañana, aceleraron el andar para llegar a tiempo y no perderse ningún detalle del partido.

La mayoría de los comercios bajaron sus persianas y muchos empleados miraron el partido dentro del local comercial. "Abrimos a las 15", indicaba la mayoría de los carteles pegados en el frente de los negocios.
Y los bares sobre la peatonal jugaron un papel importante. La mayoría lleno de clientes que se hicieron una pausa en el trabajo para mirar el partido.
"Nos dieron permiso para mirar al partido, así que aprovechamos y nos vinimos a tomar algo acá", dijo Franco, quien trabaja en una librería ubicada a pocas cuadras de la peatonal.
Las vidrieras de los locales de electrodoméstico también sirvieron para que los pocos que circulaban por la peatonal pudieran saber a la pasada cómo iba el marcador.
Cuando el árbitro dio el pitazo final, todo volvió a la normalidad. Sólo que esta vez, la gente llevaba una marcada sonrisa en la boca por la victoria agónica de la Argentina.