El italiano Filippo Talini vio cómo un espectador sostenía una bandera argentina, dio la vuelta y se la pidió. La empezó a flamear y a bordo de su KTM se lanzó por la bajada de la avenida Belgrano. La multitud estalló.

Así se vivió la largada simbólica del Dakar en la costanera, que estuvo colmada. Al entusiasmo y la pasión del público, los pilotos los devolvieron con piruetas, fotos y gestos que desataron la algarabía de todos.

Por ejemplo de dos chicos que no salían de su asombro porque el francés José Palacios los subió a su moto para sacarse una foto. Las familias, agradecidas.

Otro que frenó sobre las vallas fue el español Marc Pedrola. Quienes pudieron, saltaron, sacaron sus celulares y posaron para la tan famosa “autofoto”, usual entre los jóvenes.

Las escenas se repitieron desde la rampa hasta la avenida de la Costa. Motos en una rueda y cuatriciclos en dos. Y autos y camiones con el acelerador a pleno, lo que entregó un sonido que retumbó por todos lados.

Así, con la comunión entre los pilotos y el público, el espíritu del Dakar se vivió a pleno en Rosario, en una jornada que despertó la pasión de todos.