Incontables son las veces en que se aseguró que el rugby es el deporte del fair play, de la caballerosidad y el respeto al rival. Pero los propios creadores de la especialidad se encargan de contradecirlo. En Inglaterra, se desató un escándalo porque una cadena de TV descubrió que un jugador utilizó sangre falsa para engañar a los árbitros.



El partido en cuestión se llevó a cabo el 12 de abril, pero recién esta semana saltó a la consideración pública a través de un informe especial de la cadena Sky. La cosa fue así: a 5 minutos del final, los Harlequins perdían 6 a 5 contra Leinster y tenían a su mejor pateador en el banco. Encima ya habían agotado los posibles cambios. Pero, hete aquí la treta, aún quedaba una posibilidad de hacer la variante.

El reglamento indica que si algún jugador sufre un corte y sangra del cuello para arriba se permite sustituirlo por otro aunque ese equipo haya realizado ya todos los cambios reglamentarios. De repente, Tom Williams empezó a sangrar por la boca y por eso los jueces habilitaron el ingreso del veterano Nick Evans, que estaba en al banco. Pese a su ingreso, los Harlequins perdieron. Y encima, luego se vendría la hecatombe.

Esta semana, la cadena británica Sky Sports develó el engaño al difundir imágenes del momento en que Williams guiña un ojo al ser sacado del campo, se introduce una cápsula de sangre falsa que sacó de sus medias, la rompe de un mordisco y, una vez que su boca se llena de sangre, la escupe al césped.

A raíz de este informe, la Federación Europea de Rugby sancionó con un año de suspensión a Williams, tres años sin volver a dirigir al entrenador Dean Richards y dos años sin licencia de trabajo deportivo al médico del equipo. Además, el club deberá pagar una multa de 250.000 euros.