El polémico cuadro que plantea una analogía entre imágenes de la Virgen María y órganos genitales femeninos ya es patrimonio municipal. La obra de la artista rosarina Mónica Castagnotto fue donado al museo Castagnino+Macro por parte de un grupo de personas que decidieron comprarla. En 1999 fue expuesta por primera vez en la ciudad y generó en su momento un gran escándalo entre fieles católicos que vieron ofendida su fe. Incluso, fue robado por una mujer quien aseguró haber seguido una orden divina.

De acuerdo a lo publicado en Rosario12, el pasado 9 de julio el museo Castagnino+Macro incorporó formalmente a su colección una obra a la que ya todos llaman informalmente “Las conchas”. El cuadro fue donado por un grupo de donantes constituido por Studio Brócoli (Mauro Guzmán y Nancy Rojas), Rubén Chababo, Roberto Echen, Carlos Herrera, José Luis Perdomo, Augusto Saracco, Ricardo Torres y Carlos María Zampettini).

En diálogo con Radiópolis (Radio2), el titular del Museo de la Memoria, Rubén Chababo, explicó: “En 1999, esta obra sufrió una serie de agresiones por parte de fanáticos. Diez años después nos reunimos personas vinculadas al campo cultural, lo adquirimos y lo donamos al Castagnino de manera de restaurar esa agresión al cuadro y a su artista, Mónica Castagnotto”.

“Mi participación en este grupo tiene que ver con marcar la disidencia con cualquier tipo de censura, no quiere decir –advirtió–que no comprenda las sensibilidades tocadas a las personas de fe”, precisó. En este sentido, ahondó: “Hay que entender que haya gente que no quiere ver a la virgen asociada con zonas púbicas, pero sí me enfrento a la censura. Es bueno generar discusión”, planteó.

La obra, que carece de título, presenta una analogía entre imágenes marianas y labios vaginales. Se la exhibió por primera vez en noviembre y diciembre de 1999 en el Museo Castagnino como parte de la polémica muestra 34ARC (34 artistas rosarinos contemporáneos). La comparación no gustó ni a representantes de la Iglesia Católica ni muchos artistas que se oponían a la impronta encarada por la institución municipal. Hubo marchas y manifestaciones, y hasta un robo.

El 10 de diciembre de 1999, la obra desapareció del museo. Había sido robada por una mujer que, en su defensa, aseguró que había escuchado la voz del Espíritu Santo ordenándole destruir la obra. Pero no lo hizo y el cuadro fue a parar a la comisaría 1ª.

Hoy el cuadro descansa en manos del Estado del que integra su patrimonio artístico. Quizás su exposición traiga nuevas controversias o mejor, la posibilidad de ejercitar la tolerancia y la libre expresión en el marco del respeto.