Francisco Gambacurta –el comisario que hirió a su mujer y a su hija y luego se suicidó– era un hombre y un policía violento. Por lo menos así, lo definieron su mujer y algunos de los vecinos del barrio que escuchaban las peleas familiares que se desencadenaban repetidamente dentro del hogar.

Aunque para la mayoría de los compañeros se trataba de una buena persona, sus antecedentes de reiterados premios ilegales cometidos desde la desaparecida división de Robos y Hurtos y cuando era titular de la seccional 11ª muestran un costado oscuro y de más autoritario de Gambacurta.

Lo cierto, es que el caso no sólo pone de relieve los bordes borrosos que separan autoridad y autoritarismo, sino que también refleja el déficit de atención psicológica de los efectivos de la fuerza. “Se trabaja bajo una presión que no es la adecuada y sólo hay asistencia de profesionales cuando el personal lo requiere”, manifestó Héctor Albornóz, psicólogo legista. Y se sinceró: "la mayoría de los agentes padece trastornos de ansiedad y estrés".

Es que la evaluación psicológica de quienes integran la fuerza policial sólo se da cuando los agentes ingresan a la escuela de cadetes. “Casi nunca hay un test más adelante y cuando están en funcionamiento para controlar la ansiedad, un factor que aumenta junto al estrés que provocan las tareas de la policía en la calle”, añadió Albornoz.

En tanto, el especialista señaló que “era claro que el comisario Gambacurta presentaba graves trastornos de ansiedad que podrían haberse suscitado por la enfermedad que acarreaba (cáncer), por algún desequilibrio o por la misma tarea, y hubiese necesitado a tiempo algún tipo de atención”.

El fin y los medios

Como algunos especialistas se animaron a decir pero sólo en off de record, el perfil del policía que ayer baleó a su familia con su arma reglamentaria –un revólver calibre 45– era el de un agente de “gatillo fácil”.

Gambacurta era conocido tanto por la prensa como por la institución policial el reguero de denuncias por abuso de autoridad cometidas por Gambacurta puertas adentro de la comisaría.

Aunque en 2003 la institución los ascendió a comisario inspector, el juez Jorge Juárez lo procesó por golpear con un bate de goma al comerciante Mariano Garrido, de 32 años, en la comisaría 11ª, para que asumiera un robo.

Pero ese fue sólo un eslabón de la cadena de causas en su contra, ya que había tenido otras denuncias en su contra por apremios ilegales.

Sin embargo, eso no impidió que en el comisario escalara al cargo de inspector de la policía y a jefe del Centro Regional de Armas (Crear).

La nueva policía

Para la directora del Instituto de Seguridad Pública (Isep), Adela Aichino, “la formación integral del policía que se prevé desde el Ministerio de Gobierno para los efectivos de la fuerza está en la buena senda”.

Tras lo ocurrido con el comisario Gamabcurta, la funcionaria señaló que justamente “la preocupación sobre el aspecto psicológico será primordial en esta nueva etapa de formación”.

“Hasta ahora hubo carencias en cuanto a la formación de los cursos porque había cuestiones que no se atendían. Habrá un seguimiento psicológico, test no sólo cuando se ingresa sino también cuando se egresa de la carrera. Habrá seminarios con contenidos de asuntos internos y de responsabilidades civiles”, explicó Aichino.

En este caso la titular del Isep manifestó que “los efectivos tienen gran carga de estrés”, aunque también reconoció que cuentan con “actitudes que a través de la formación hace falta contrarrestar”

“La mayoría vienen de una tradición familiar de policías, nos proponemos modificarla para corregir. Hay que entender que no es lo mismo autoridad que autoritarismo y esto último hay que erradicarlo”, manifestó Aichino.

Por último, la funcionaria que encabeza la implementación del programa que pretende educar a la nueva policía en aspectos vinculados a la vida civil y a los derechos humanos apuntó que “no es como sacarse un guante, se trata de un proceso de transformación y se tienen que hacer aportes desde adentro de la institución”.