“Desenmascarar el potencial de aprendizaje es actualizar, activar, construir, hacer que esté disponible a la hora de actuar…”, explica Marta Imhof, profesora en Ciencias de la Educación, especializada en aprendizajes. “Lograr procesos de aprendizaje de calidad, y además seguir abiertos a aprender durante toda la vida, es una disposición que emerge de la interacción altamente dinámica de muchos factores funcionando en ajuste a cada situación”, agrega.
Menciona, entonces, solo algunas de estas variables: disposición abierta, flexibilidad, apertura, operaciones mentales eficientes, emociones positivas, conocimientos y experiencias previas, contexto activo y estimulante, además de cantidad y calidad de estrategias disponibles, siempre actualizadas, enriquecidas.
“Los instrumentos apropiados, usados de manera adecuada a cada persona, nos permiten averiguar cuáles son las debilidades en el sistema cognitivo de cada uno. Necesitamos primero saber por qué algunas personas, cualquiera sea su edad, tienen dificultades para aprender o su desempeño no está acorde con sus capacidades y/o el esfuerzo que realiza”, explica. Al tiempo que cuestiona si estas limitaciones son “irremediables”.
“A veces consideramos algunas causas como omnipotentes, no teniendo en cuenta la capacidad de respuesta de las personas y la flexibilidad del sistema cognitivo. Averiguar cuáles son las debilidades de ese sistema estonces, no es suficiente. Necesitamos saber qué la puede ayudar a lograrlo, en qué medida y de qué manera debemos trabajar para garantizar que sí pueda aprender y así construirse de modo altamente satisfactorio para sí y el entorno. Dicho con otras palabras, lograr activar el potencial de aprendizaje que aunque en medidas diferentes, todos tenemos”, afirma.
“Las experiencias que fueron vividas y señaladas como “fracasos”, inciden fuertemente en la manera de afrontar o evitar futuras experiencias de aprendizaje. Es fundamental entonces el trabajo preciso, consciente, sistemático que genere experiencias positivas para permitir el cambio en la imagen que cada niño, adolescente, joven o adulto tiene de sí y que quienes lo rodean tienen de él o ella. Es bueno que aclaremos que la medida del desempeño de cada ser humano está siendo comparada con sus rendimientos anteriores y/o futuros posibles y no con un estándar”, advierte.
Esta propuesta educativa se corresponde con un paradigma diferente al de los opuestos si/no, puede/no puede. El acento se pone en los procesos más que en los resultados: “nos centramos más en lo que las personas pueden lograr que en sus limitaciones”.
Uno de los factores centrales, básicos por lo elemental a la hora de plantear la construcción de competencias para aprender autónoma y permanentemente es la actitud activa, que involucra responsablemente a quien protagoniza los procesos de aprendizaje y a quien enseña (y aprende al mismo tiempo).
“Probablemente -concluye Marta Imhof- tengamos que hacer que el “ya sé” y el “ya lo logré” sean además de puntos de llegada también de partida hacia otros desafíos, otras búsquedas, otros posibles”.
Más info: martaimhof@gmail.com
Menciona, entonces, solo algunas de estas variables: disposición abierta, flexibilidad, apertura, operaciones mentales eficientes, emociones positivas, conocimientos y experiencias previas, contexto activo y estimulante, además de cantidad y calidad de estrategias disponibles, siempre actualizadas, enriquecidas.
“Los instrumentos apropiados, usados de manera adecuada a cada persona, nos permiten averiguar cuáles son las debilidades en el sistema cognitivo de cada uno. Necesitamos primero saber por qué algunas personas, cualquiera sea su edad, tienen dificultades para aprender o su desempeño no está acorde con sus capacidades y/o el esfuerzo que realiza”, explica. Al tiempo que cuestiona si estas limitaciones son “irremediables”.
“A veces consideramos algunas causas como omnipotentes, no teniendo en cuenta la capacidad de respuesta de las personas y la flexibilidad del sistema cognitivo. Averiguar cuáles son las debilidades de ese sistema estonces, no es suficiente. Necesitamos saber qué la puede ayudar a lograrlo, en qué medida y de qué manera debemos trabajar para garantizar que sí pueda aprender y así construirse de modo altamente satisfactorio para sí y el entorno. Dicho con otras palabras, lograr activar el potencial de aprendizaje que aunque en medidas diferentes, todos tenemos”, afirma.
“Las experiencias que fueron vividas y señaladas como “fracasos”, inciden fuertemente en la manera de afrontar o evitar futuras experiencias de aprendizaje. Es fundamental entonces el trabajo preciso, consciente, sistemático que genere experiencias positivas para permitir el cambio en la imagen que cada niño, adolescente, joven o adulto tiene de sí y que quienes lo rodean tienen de él o ella. Es bueno que aclaremos que la medida del desempeño de cada ser humano está siendo comparada con sus rendimientos anteriores y/o futuros posibles y no con un estándar”, advierte.
Esta propuesta educativa se corresponde con un paradigma diferente al de los opuestos si/no, puede/no puede. El acento se pone en los procesos más que en los resultados: “nos centramos más en lo que las personas pueden lograr que en sus limitaciones”.
Uno de los factores centrales, básicos por lo elemental a la hora de plantear la construcción de competencias para aprender autónoma y permanentemente es la actitud activa, que involucra responsablemente a quien protagoniza los procesos de aprendizaje y a quien enseña (y aprende al mismo tiempo).
“Probablemente -concluye Marta Imhof- tengamos que hacer que el “ya sé” y el “ya lo logré” sean además de puntos de llegada también de partida hacia otros desafíos, otras búsquedas, otros posibles”.
Más info: martaimhof@gmail.com


