Muchas de las investigaciones científicas sobre el envejecimiento humano se centran en el estudio de los telómeros, estructuras que se encuentran en los extremos de los cromosomas (ADN) y tienen como función evitar que se deterioren con el paso del tiempo y se “peguen” entre sí.  Cuando los telómeros comienzan a acortarse van perdiendo su función y las células van reduciendo su capacidad de regenerarse y comienzan a envejecer. Es por ello, que pueden ser considerados como los marcadores de la edad biológica de una persona.

Pero ¿qué determina su longitud? El mantenimiento de la longitud de los telómeros influye en muchos factores. Por supuesto que la genética cumple un papel muy importante, pero existen factores ambientales que producen un acortamiento temprano y, por lo tanto, un envejecimiento más rápido.

Dos personas de 60 años pueden parecer de 50 o de 70 según esos factores. La alimentación inadecuada, el cigarrillo, el estrés mental permanente, las infecciones crónicas, la falta de descanso crónica, la obesidad  son algunos de los factores que promueven ese envejecimiento prematuro.

El deporte nos mantiene jóvenes

Una de las cosas que ha llamado la atención es la prestancia de deportistas mayores que semejan menor edad de la que realmente demuestran sus documentos. Esta observación llevó a diferentes grupos de investigación científica a tratar de encontrar las razones.

En el año 2008 fue publicado en la importante revista médica Archivos de Medicina Interna una investigación en la que estudiaron a 1200 parejas de gemelos y descubrieron que aquellos que hacían actividad física de 3 o más horas por semana, a pesar de tener la misma genética, tenían telómeros más largos que sus hermanos sedentarios. Más aún, aquellos que hacían mayor tiempo de ejercicio (más de 3 horas y media por semana) tenían telómeros del mismo tamaño que personas sedentarias con 10 años menos de edad. Es decir, ¡esa actividad física promovía una edad real de 10 años menos!

En conclusión

Estas nuevas investigaciones agregan motivos para iniciar y conservar una vida activa. A todos los beneficios ya demostrados que el ejercicio físico habitual produce sobre la salud como la prevención y tratamiento de enfermedades cardíacas, prevención de distintos tipos de cáncer (colon, vejiga y mama fueron los más estudiados), prevención y tratamiento de la diabetes, hipertensión arterial, alteraciones del colesterol, atenuación de los efectos de trastornos psicológicos (depresión, angustia, ansiedad), debe agregarse la prevención del envejecimiento.

Es decir, con el ejercicio físico se puede vivir más y mejor. Y, aparte, parecer más joven que lo que marca el documento.

Fuente: revistabuenasalud.cl