¿Qué tan lejos quedan las estrellas? Justo ahí, en la curva del cielo, donde empieza el horizonte. Sólo hay que abrir los ojos. Con esa premisa Sofía Méndez y Daniel Ekdesman pergeñaron en marzo de 2011 el Proyecto Miradas, un recorrido latinoamericano por la identidad cultural de los pueblos mapeado por las constelaciones y sus rutas, y a bordo de una casa rodante.

La apuesta se detuvo en pueblos y escuelas rurales de trece países hasta la fecha, con la premisa de pensar la mirada como herramienta, la astronomía como metáfora y un proyecto pedagógico que incluya a comunidades y docentes. Para conocer más sobre esta experiencia, convocan a una charla, este viernes a las 19, en el Complejo Astronómico Municipal. Av. Diario La Capital 1602.

Allí dialogarán sobre el trabajo pedagógico-cultural- comunicacional que llevan adelante y, además, se proyectará el documental Glances (Miradas) que testimonia la experiencia en Chiapas de la apuesta.

“Se juntó que estamos en el punto más lejano del camino -en México-, que llegó nuestra hija, y que se terminó el documental. Todo eso, además de las ganas de charlar y difundir las actividades del grupo de astrónomos de Rosario”, señala Daniel Ekdesman en diálogo con Rosario3.com, a la hora de explicar las “razones” del encuentro con entrada libre y gratuita.

El comunicador social explica que la movida comenzó con la premisa de iniciar un viaje junto a Sofía Méndez, su esposa, y empaparse de las distintas culturas y pueblos latinoamericanos.

“No se trata de un proyecto turístico o académico, sino de entender la mirada como una herramienta posible para descubrir cómo somos, cómo los chicos ven el mundo, su cultura, la vida y la muerte”, explica Daniel, en relación a los niños y adolescentes que ya participaron de la iniciativa.

Para ello, la astronomía -ambos son aficionados a la actividad- fue el campo de las analogías posibles. Bajo la modalidad de talleres en escuelas rurales y comunidades, la dupla estableció pequeños espacios pedagógicos con el aporte de Méndez, docente de nivel inicial y psicóloga social.

“Primero contamos lo que hacemos. En un segundo momento, existe un intercambio con las herramientas astronómicas de un modo experimental. Y en tercer lugar, se vuelve al plano socio cultural, y ahí es donde funciona la astronomía como analogía.”

- ¿Podría dar ejemplos de esas resignificaciones?

- Las constelaciones son formas que cada pueblo tiene de interpretar el cielo y crear sus propios mitos. Y, a partir de la posibilidad de inventarlas, los chicos pueden crear sus propias historias y también contar quiénes son. Nuestra astronomía y forma de leer el cielo está permeada por la mirada occidental, pero existen otras cosmovisiones y lecturas que pertenecen a un conocimiento ancestral, como la maya, por ejemplo.

Ekdesman explica que en muchos pueblos la ciencia de los cuerpos celestes es mucho más precisa que la “occidental” y que atraviesa todas las otras prácticas culturales, que van de la agricultura a la arquitectura.

“Pensar que en el cielo nada desaparece sino que se transforma permite establecer una analogía con la herencia cultural, con lo que somos. Nos permite pensarnos como sujetos históricos”, completa.

En este punto, Daniel recupera la experiencia que la pareja vivió al llegar a una escuela de la comunidad Acteal, en el estado de Chiapas. Allí, la apuesta terminó en el corto documental Glances, dirigido por el rosarino Alfonso Gastiaburo, y producido por María Langhi. Ese registro se proyectará en la cita de este viernes.

A mitad de camino

El viaje del matrimonio de Barrio Ludueña recién está tomando la curva de vuelta. Este lunes regresan a México y el mapa los llevará, en el descenso, por la costa del Atlántico, siempre con el telescopio a cuestas y la convicción de que no existe plan de trabajo sin reconfiguraciones: “ésta es una trama de intercambios”, apunta.

- Además del documental, ¿existe alguna otra proyecto para sistematizar la experiencia?

- Flota la idea de procesarlo como texto, en un libro, pero son proyectos a futuro que ayudarían en algún un punto a socializar el viaje. Es decir, no sólo no como nuestro testimonio, sino como una realidad que puede llegar a otra gente y entre todos tejer como una trama de experiencias. Es el compromiso que asumimos como viajeros.