Cuando tratamos de interpretar los términos del título, se nos plantean dos alternativas diferentes como punto de partida que nos sirva para una definición; una primera se refiere a la acumulación de bienes materiales, o a su ausencia o disminución, y otra con relación al estado espiritual, moral y psicológico en que nos encontramos y que se trasmite hacia fuera, como una sensación de bienestar o malestar, produciendo sensaciones disímiles (por cierto que esto puede ocurrir cuando el hombre ha desarrollado sus partes intelectuales, racionales, afectivas y emocionales).
Desde la aparición en la historia de la Humanidad de la propiedad privada (no como bien de uso, es decir funcional, sino como acumulación de dichos bienes para obtener poder económico y fundamentalmente de dominio sobre las personas) y el dinero, con la ayuda y predominio creciente del verbo tener sobre el verbo ser, se conceptúa al ser humano, rico con relación a sus bienes materiales acumulados y pobre a quién tenga menos de esos bienes (dinero, propiedades, etc.).
Todavía no ha entrado en la estructura del pensamiento, que la riqueza y la pobreza pueden hacer referencia a otros tipos de bienes, no mensurables con el verbo TENER, pero si con el verbo SER. De esta manera, podríamos mencionar, como una aparente paradoja, que existe gente rica que es pobre y gente pobre que es rica, tomando las dos variantes de riqueza y de pobreza. El carácter acumulativo de bienes materiales de la sociedad actual, (estimulados en forma permanente por el “Dios mercado”, que incita a comprar y acumular), a la cual le es perfectamente funcional ese carácter, hace sentir en general a esta riqueza, como algo que hace lucir y aumentar la autoestima individual y social.
Sin embargo, estas acumulaciones, muchas veces, por no decir la mayoría de ellas, se hacen en desmedro de muchas personas, grandes mayorías, seres humanos, a quienes ni siquiera les llegan los factores que constituyen lo esencial para una sobrevivencia con dignidad. Así se suceden generaciones enteras de personas que han pasado por el mundo sin poder disfrutar de una vida digna y condenados desde el mismo nacimiento, a sufrir el deterioro intelectual, racional, emocional y afectivo de manera progresiva, que tiende a perpetuarse en el tiempo. Sólo les quedan a estas sociedades, restos de sensiblería, que suele ser muy bien aprovechada por muchos medios de incomunicación humana para propinar golpes bajos a quienes están atentos para deleitarse con las partes perversas de su inconsciente o con un estado de inmadurez en el crecimiento.
Estas últimas nacen de la parte más arcaica de ese cerebro que parecía siempre seguir creciendo. Tanto es así, que se ve como muy problemático el mejoramiento de la condición humana, con una perspectiva cada vez más lejana, para hacer posible que el hombre pueda construir un mundo mejor. Abonan para mantener estas conductas, frases del pasado acuñadas por el pensamiento de seres que no tuvieron al Humanismo como base para sustentar dichas teorías, tales como "Homo Hominis Lupus" pensamiento sustentado por Hobbes, y tomado de Plauto, publicados en su Leviatán, o que los alimentos del planeta no alcanzarían para todos si sigue creciendo la población de la manera que lo está haciendo, como lo sostuvo Malthus, incorporando estos conceptos, sobre la base del pensamiento de Darwin sobre la Evolución de las especies, donde se sostiene la sobre vivencia de los más fuertes(ex profeso pasa por alto que estas aseveraciones del Darwinismo se refieren a las especies animales y no a la especie Humana).
No se le ocurrió mejor solución para evitar la superpoblación planetaria, que las permanentes guerras y hambrunas que han asolado por generaciones a nuestra civilización. Es funcional al tipo de Economía sustentada, el crecimiento cada vez mayor del nuevo hombre aparecido y multiplicado hace no muchas generaciones, al cual el gran Maestro de la vida, Erich Fromm, llamara el "Homo Consumens".
Sus bases, tanto en el acaparamiento de bienes materiales, como en el de desjerarquizar las ganancias en el sentido moral o ético, están en permanente contradicción y choque, predominando por cierto las primeras, que lo privan, sin que tome conciencia, de que cuanto más tenga, menos será. Tampoco han tomado conciencia de que la única seguridad que podrán tener en sus vidas, en la sociedad que se está formando, será guarecerse detrás de rejas que protejan sus propiedades y que constituyen cárceles privadas, y que en el pequeño margen que tienen para sus afectos, se acrecentará la asfixia que los enfermará en forma creciente y progresiva.
Este consumo, que nunca suele ser óptimo, sino que lleva una tendencia hacia el consumo máximo, también incorpora a su pensamiento, el no respetar necesidades ajenas, tanto de otros seres humanos como de la misma naturaleza a la cual destruye, sin mirar y valorar las posibilidades de las generaciones por venir. Se destruye el planeta a todo nivel, envenenando los mares y los ríos, tirando deshechos tóxicos que rompen las posibilidades de vida de las diferentes especies que son reserva alimentaria del hombre, recalentando el planeta con las posibilidades de deshielos polares y cambios en la temperatura de la tierra.
La codicia y la avaricia estimulada por la forma de vivir en la manera de "tener", llevan a la iniquidad distributiva en los bienes que la naturaleza prodiga al hombre. Esa falsa autoestima suele ser generadora de un narcisismo individual, grupal y nacional, (prueba natural de la falta de crecimiento) que a menudo desemboca en guerras de conquista, como ha ocurrido en el pasado mediante las armas, y que no parecen haber desaparecido de manera definitiva, aunque las mismas puedan haber sido remplazadas por medios mas sofisticados de conquista, pero no menos letales para las grandes mayorías marginadas, que van aumentando día a día.
La destrucción por las armas ha sido remplazada por la destrucción que producen el hambre y la marginación social por generaciones. Agonía lenta pero no menos letal. Solo agréguesele a esto, la violencia reactiva, la inseguridad social, el miedo, (generador de desconfianza y una paranoia creciente) la angustia y la depresión y tendremos una verdadera fotografía del mundo que nos está tocando vivir. Todas estas cosas que hemos descripto enferman a los seres humanos. La devoción por esa riqueza material, va desde el mismo individuo no maduro, que acumula bienes que no le son funcionales, hasta la acumulación planteada por los grupos humanos y las mismas naciones, en quiénes va naciendo un afán de conquista sobre quienes son más débiles y conformando una tendencia a crear nuevos Imperios. Estos siempre han sido en el momento que se produjeron, los más grandes y los más fuertes, de acuerdo al tiempo en que sucedieron y con la evolución producida en las formas de conquistas, que van variando en sus formas pero no en su fondo.
Sin embargo, el examen de la evolución Histórica de la Humanidad, en las diferentes épocas transcurridas, nos demuestra que todos esos Imperios han caído, iniciándose el proceso de descomposición desde el interior del mismo, cualquiera haya sido la grandiosidad alcanzada. De todo lo detallado, surge la pregunta del título; ¿Qué es la riqueza y qué es la pobreza?