Tras cuatro años en la presidencia de la Nación, Néstor Kirchner entregará este lunes el mando a su esposa, Cristina Fernández, elegida por los argentinos para ese cargo. El acto oficial contará con la presencia de mandatarios y delegaciones de varios países. Para la jornada se declaró un asueto administrativo en todo el país.
Luego de la ceremonia de asunción y ya en la Casa de Gobierno, hacia donde se trasladará en automóvil, la flamante mandataria tomará juramento a todos los ministros que compondrán su gabinete hasta 2011.
Toda la jornada, en la que habrá asueto administrativo desde el mediodía y en la Capital Federal no habrá dictado de clases, concluirá con un festival popular en la Plaza de Mayo, y en el que participarán Mercedes Sosa, Gustavo Santaolalla, Patricia Sosa, Alejandro Lerner y Los Nocheros, entre otros artistas.
Entre los mandatarios que se encuentran en el país y asistirán al traspaso de mando están Hugo Chávez (Venezuela), Luiz Inácio Lula Da Silva (Brasil), Rafael Correa (Ecuador), Nicanor Duarte Frutos (Paraguay), Tabaré Vázquez (Uruguay), Evo Morales (Bolivia), Michelle Bachelet (Chile), Alvaro Uribe (Colombia) y José Manuel Zelaya Rosales (Honduras).
A su vez, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, enviará a su secretaria de Trabajo, Elaine Chao, en tanto desde Europa llegarán el príncipe Felipe de Asturias y el primer ministro de Francia, Francois Fillon, entre otros.
También tomarán parte de la ceremonia de asunción el titular del FMI, Dominique Strauss-Kahn, y el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza.
Kirchner deja la conducción del país en medio de cifras estadísticas oficiales que marcan una notoria mejora en relación a los tiempos en que asumió. Uno de los logros de los que más orgulloso está es la lucha contra la pobreza, que durante su presidencia cayó a la mitad (del 47 al 23 por ciento), mientras que los indigentes, 20 de cada cien argentinos al comenzar de su mandato, son hoy sólo 8.
El salario mínimo pasó de 200 a 980 pesos, un incremento del 380 por ciento, y las pensiones mínimas subieron de 150 a casi 600 pesos.
También el PIB ha crecido espectacularmente: a un ritmo superior al ocho por ciento anual, un 35,5 por ciento en el cuatrienio presidencial de Kirchner. Y se nota en las calles, en los comercios y restaurantes, en las ventas de autos y propiedades, en el consumo desenfrenado.
Pero, en lo que a la economía se refiere, los momentos estelares de su gestión fueron la liquidación de la deuda que el país mantenía con el FMI y la reestructuración de deuda externa por 81.836 millones de dólares, con una quita del 65,4 por ciento, aceptada por más de las tres cuartas partes de los acreedores.
Cierto es que en el último año se han disparado los ataques contra la credibilidad de los datos del instituto oficial de estadísticas, pero las críticas se circunscriben a los números de la inflación, que el gobierno no consigue controlar pese a intentar imponer un férreo control sobre los precios.
Fuera de sus indudables logros económicos –y dejando al margen el descontento de algunos inversores extranjeros, que siguen reclamando mayor seguridad jurídica en Argentina–, el gobierno de Kirchner se ha caracterizado por su férrea defensa de los derechos humanos, presionando para conseguir la revocación de las leyes de punto final y obediencia debida.
Luego de la ceremonia de asunción y ya en la Casa de Gobierno, hacia donde se trasladará en automóvil, la flamante mandataria tomará juramento a todos los ministros que compondrán su gabinete hasta 2011.
Toda la jornada, en la que habrá asueto administrativo desde el mediodía y en la Capital Federal no habrá dictado de clases, concluirá con un festival popular en la Plaza de Mayo, y en el que participarán Mercedes Sosa, Gustavo Santaolalla, Patricia Sosa, Alejandro Lerner y Los Nocheros, entre otros artistas.
Entre los mandatarios que se encuentran en el país y asistirán al traspaso de mando están Hugo Chávez (Venezuela), Luiz Inácio Lula Da Silva (Brasil), Rafael Correa (Ecuador), Nicanor Duarte Frutos (Paraguay), Tabaré Vázquez (Uruguay), Evo Morales (Bolivia), Michelle Bachelet (Chile), Alvaro Uribe (Colombia) y José Manuel Zelaya Rosales (Honduras).
A su vez, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, enviará a su secretaria de Trabajo, Elaine Chao, en tanto desde Europa llegarán el príncipe Felipe de Asturias y el primer ministro de Francia, Francois Fillon, entre otros.
También tomarán parte de la ceremonia de asunción el titular del FMI, Dominique Strauss-Kahn, y el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza.
Kirchner deja la conducción del país en medio de cifras estadísticas oficiales que marcan una notoria mejora en relación a los tiempos en que asumió. Uno de los logros de los que más orgulloso está es la lucha contra la pobreza, que durante su presidencia cayó a la mitad (del 47 al 23 por ciento), mientras que los indigentes, 20 de cada cien argentinos al comenzar de su mandato, son hoy sólo 8.
El salario mínimo pasó de 200 a 980 pesos, un incremento del 380 por ciento, y las pensiones mínimas subieron de 150 a casi 600 pesos.
También el PIB ha crecido espectacularmente: a un ritmo superior al ocho por ciento anual, un 35,5 por ciento en el cuatrienio presidencial de Kirchner. Y se nota en las calles, en los comercios y restaurantes, en las ventas de autos y propiedades, en el consumo desenfrenado.
Pero, en lo que a la economía se refiere, los momentos estelares de su gestión fueron la liquidación de la deuda que el país mantenía con el FMI y la reestructuración de deuda externa por 81.836 millones de dólares, con una quita del 65,4 por ciento, aceptada por más de las tres cuartas partes de los acreedores.
Cierto es que en el último año se han disparado los ataques contra la credibilidad de los datos del instituto oficial de estadísticas, pero las críticas se circunscriben a los números de la inflación, que el gobierno no consigue controlar pese a intentar imponer un férreo control sobre los precios.
Fuera de sus indudables logros económicos –y dejando al margen el descontento de algunos inversores extranjeros, que siguen reclamando mayor seguridad jurídica en Argentina–, el gobierno de Kirchner se ha caracterizado por su férrea defensa de los derechos humanos, presionando para conseguir la revocación de las leyes de punto final y obediencia debida.