El buque de rescate de las ONGs Médicos Sin Fronteras (MSF) y SOS Mediterranée, que llevaba más de dos días varado en alta mar entre Italia y Malta, con 630 inmigrantes a bordo, partió este martes junto a dos naves italianas rumbo a Valencia, en España.

El barco Aquarius rescató el sábado pasado último en la costas de Libia a los 630 inmigrantes de origen africano, entre los que hay siete embarazadas y 123 menores no acompañados.

El Aquarius emprendió al atardecer viaje hacia el puerto de Valencia, en el este de España, con 106 inmigrantes, de ellos 51 mujeres, 45 hombres y 10 niños.

El resto de los inmigrantes lo hicieron repartidos en la nave Orione de la Marina italiana y en la Dattilo de los guardacostas, en total 630 según un nuevo recuento, informó a la ONG francesa SOS Mediterranée en su cuenta de Twitter.

"Tras 48 horas detenido, parte el Aquarius con 105 inmigrantes a bordo, entre ellos familias, personas vulnerables y aquellos que se encontraban en la clínica" del barco, informó el cooperante de SOS, Alessandro Porro, quien explicó que el traslado del resto de inmigrantes se produjo durante la tarde con la colaboración de la Marina italiana, en declaraciones a la agencia de noticias EFE.

Según informó la Guardia Costera italiana, las tres embarcaciones llegarán a Valencia dentro de cuatro días.

El barco llegará a Valencia después de que el flamante gobierno español autorizó la apertura de un puerto para acoger a los inmigrantes, luego de que el flamante ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, cerró los puertos cuando aquéllos fueron rescatados el sábado pasado.

Salvini pidió a Malta que acogiera a los inmigrantes, pero el gobierno maltés también se negó a hacerlo, argumentando que la responsabilidad era de Italia, puesto que la ley del mar estipula que los rescatados deben ir al puerto seguro más cercano. 

Finalmente, el gobierno de España se ofreció a acoger al Aquaurius en el puerto de Valencia por "razones humanitarias" y asumiendo su responsabilidad en materia de derecho internacional

Tras este ofrecimiento del gobierno español, las autoridades italianas elaboraron un plan para enviar dos buques a fin de repartir a los inmigrantes, después que las ONG explicaran que era demasiado arriesgado un viaje de tantos días en un barco que ha superado su capacidad y ante el anunciado empeoramiento de las condiciones meteorológicas.

Para garantizar la asistencia inmediata en caso de emergencias de carácter sanitario, explicaron, "durante toda la travesía han sido alertados todos los centros de coordinación SAR (Búsqueda y Salvamento) de los países cuyas aguas atravesarán los tres barcos".

Mientras tanto, Valencia empezó a desarrollar la operación Esperanza Mediterráneo y ha acordado las medidas del primer operativo para acoger a los inmigrantes africanos que, además de atención sanitaria y psicológica, tendrán el estatus de refugiados y personas de acogida por la situación de "emergencia y excepcionalidad". 

En Italia, en tanto, Salvini, también vicepresidente de Italia y líder de la xenófoba Liga Norte celebró la decisión de España como una "victoria" de su gobierno, que levantó la voz en la UE, y destacó que la situación se resolvía por el "buen corazón" de España, pero que la política migratoria del bloque no podía depender de estos gestos extraordinarios. 

"No es una cuestión de buenísimo o generosidad, sino de responsabilidad internacional", aseguró hoy la ministra de Justicia de España, Dolores Delgado, en declaraciones a la radio Cadena Ser, al defender la decisión del nuevo presidente del gobierno español, el socialista Padro Sánchez. 

Delgado admitió que la situación europea "es complicada" y la solución a la crisis migratoria tiene que venir de todos los Estados, "de los que son frontera y de los que no".

La decisión de Sánchez de acoger a los inmigrantes del buque Aquarius supone un giro radical respecto a la política migratoria del ex presidente conservador Mariano Rajoy, del Partido Popular (PP). 

En ese sentido, el coordinador general del PP, Fernando Martínez Maíllo, advirtió hoy que la inmigración es "un problema de la Unión Europea que deben resolver los Estados miembros en su conjunto", y que abrir las puertas de España puede ser un mensaje "muy peligroso".