La relación entre nutrición y vejez es aún un universo por descubrir, afirma un equipo de investigadores de Medicina Experimental de la Universidad de Lérida, que considera que la restricción calórica es la principal medida para retrasar el envejecimiento.



El modo en que los nutrientes influyen en la salud y la manera en que afectan a los cambios que se producen en el organismo a medida que envejece ocupan buena parte de la labor investigadora de Manuel Portero y Jordi Boada. Su conversación permite tener una mejor idea de qué es esa nueva disciplina conocida como nutrigenómica o cómo la restricción calórica puede incrementar la esperanza de vida.


Uno de los campos en el que trabajan estos dos investigadores es el de la nutrigenómica, una disciplina científica relativamente nueva que estudia la interacción entre los nutrientes y el genotipo de cada individuo. "Del mismo modo que un determinado fármaco funciona mejor o peor dependiendo del genoma de cada individuo, los nutrientes también pueden ser beneficiosos o perjudiciales para una persona concreta en función de su perfil genético", explica Portero-Otín, a la vez que subraya que otra vertiente de la nutrigenómica estudia cómo los nutrientes, de forma genérica, conducen a la transcripción del ARN mensajero, es decir, a la producción de proteínas que proporcionan la respuesta del organismo a los nutrientes.


El organismo debe responder a una acumulación de calorías, por exceso de alimento y falta de actividad física, para la que no ha evolucionado.


El conocimiento que puede aportar la nutrigenómica es inmenso: por ejemplo, dietas individualizadas para cada persona en función de su genotipo, si bien ambos científicos coinciden en que todavía falta mucha investigación y un largo trecho por recorrer antes de que eso sea una realidad.


En un adulto, una menor ingesta calórica y, sobre todo, de ciertos componentes proteicos, podría incrementar la expectativa de vida


En particular, el grupo de investigación se ha especializado en el estudio de los cambios que experimenta el organismo como consecuencia del envejecimiento. Lo que se ha visto es que la medida más eficaz para retrasar tales cambios no es genética sino comportamental: la restricción calórica. En un individuo adulto, una menor ingesta calórica y, sobre todo, una menor ingesta de determinados componentes proteicos, podría incrementar la expectativa de vida.


Ya hay en marcha algunos estudios con voluntarios sometidos a restricción calórica desde hace unos años en los que la monitorización de su perfil metabólico ha permitido observar que buena parte de los cambios asociados a la edad -colesterol, marcadores de inflamación, etc.- se encuentran a niveles más bajos en estos individuos que en los de un grupo control. "No sé si el hombre llegará a vivir 150 años, pero sabemos que las personas que hayan ingerido menos calorías van a tener menos problemas de salud, como cáncer, patología cardiovascular e incluso Alzheimer", afirma Boada.


Aparte de esta medida, Boada recuerda que otra forma de evitar la perniciosa acumulación de calorías es gastar más energía mediante actividad física. Pero hay una tercera forma, indica: "Se trata de buscar el modo de que nuestro metabolismo sea menos eficiente. Como consecuencia de la evolución fuimos diseñados para sobrevivir en un ambiente limitado en nutrientes. Sería interesante revertir el proceso, provocando que algunas células fueran menos eficientes, es decir, que gastaran más nutrientes -glucosa- para producir la misma energía. Y para ello, una de las posibilidades es rescatar el tejido adiposo pardo, que los humanos adultos tenemos prácticamente inhibido". ¿Cómo hacerlo? Quizá la ciencia proporcione pronto alguna respuesta.


Fuente: dmedicina