¿Se puede engañar a un casino para alzarse con una jugosa cantidad de dinero? La pregunta volvió a dispararse a partir del caso ocurrido en una casa de juegos de la localidad bonaerense de Tigre, donde un crupier fue detenido por “ayudar” a una pareja amiga, que también fue apresada, a alzarse con 40 mil pesos en la ruleta electrónica. Y la respuesta la dio Artemio Gusella, el mismísimo fabricante de los dispositivos electrónicos en los que miles de personas buscan suerte todos los días.

“La bolita la arroja un ser humano, y una vez que la bolita se inserta en el número que salió, la máquina paga electrónicamente”, explicó Gusella en diálogo con A Diario, el programa de Radio 2 que conduce el periodista Alberto Lotuf.

Y analizó el fraude de Tigre: “Parece que para este caso, el crupier ha puesto la bolita con la mano, no la arrojó como la debe arrojar”.

El empresario oriundo de Corral de Bustos (Córdoba) indicó que “en los paños vivos, o sea en la mesa común, si se tiene intención de hacer las cosas mal, el empleado agarra la bolita y la pone con la mano”. Y luego estableció diferencias con el dispositivo más sofisticado: “En la ruleta electrónica no hay posibilidades de trampa, porque no hay pagadores”.

Según su fabricante, los dispositivos electrónicos “están normalizados por una norma internacional que es absolutamente azarosa”. Y sentenció que “de ninguna manera se puede pensar que el casino hace trampa”.

Gusella contó que la ruleta tradicional tiene 200 años de antigüedad: “La primera ruleta se inventó en 1810”, reveló.

“En la ruleta electrónica se gana en ligereza, en agilidad; la electrónica nos viene avanzando en todos los aspectos de la vida”, agregó el hombre que tiene licencia para fabricar equipamiento para casinos.

“Yo hace 31 años que fabrico este tipo de máquinas y me exigen la presición máxima”, finalizó Gusella.