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Los premios más esperados de la industria del cine están cerca. El próximo 2 de marzo se entregarán los Oscar y Rosario3.com presenta un especial multimedia para estar preparado cuando llegue la próxima ceremonia.

Fernanda Blasco

"Tenés que admitirlo: nada supera la vista". En una de las primeras escenas de la película Gravedad, el veterano astronauta interpretado por George Clooney le hace el comentario a su colega, la novata encarnada por Sandra Bullock. Flotando en el espacio, frente a ellos, como una postal imposible, se registra una bellísima imagen del planeta Tierra. 

Aún no lo saben, pero minutos después de la conversación una lluvia de desechos espaciales impactará contra su misión, los dejará incomunicados y quedarán a la deriva. Ese es el punto de partida de la inteligente película del director mexicano Alfonso Cuarón (cuyo multifacético y exitoso CV incluye desde la recordada Y tu mamá también a un eslabón de la saga de Harry Potter e incluso una perlita llamada Children of men).

Con un guión sólido y amplia pericia técnica, Gravedad narra un angustiante viaje hacia lo desconocido. Dato no menor: dos actores bien cotizados ocupan los roles principales en esta aventura espacial, que si bien empuja los límites nunca llega a los ridículos extremos de algunos taquilleros films de ciencia ficción. Y es que no se trata de ciencia ficción. Lo de Cuarón y su hijo Jonas, responsables del guión, es un afortunado combo de suspenso y drama, con algunos necesarios toques de comedia. 

¿Cómo sobrevivir en un ambiente tan hostil como el espacio? ¿Cómo vencer los peligros que los rodean? ¿Cómo regresar sanos y salvo a la Tierra? Los protagonistas del film deben luchar contra la falta de gravedad, contra los peligros externos y también contra los miedos internos. 

Más allá de que deslumbre por sus aspectos técnicos y sea candidata inevitable tanto para los Oscar como para los lentes 3D, una de las claves del éxito de Gravedad radica en su simpleza.  A medida que se avanza en las profundidades del espacio se inmiscuye uno en el alma de los personajes, pero Cuarón no plantea debates con profundidad filosófica. Simplemente los muestra actuar. Y sus actos dicen más que mil palabras. Es así como el espectador, absorto en la bien contada historia, también siente por momentos que se le está acabando el oxígeno.