Cuando se lees que los niños empiezan a sufrir lesiones de ligamentos a edades tempranas por la presión del deporte saltan todas las alarmas. Los niños deben jugar, entrenar sí, pero con supervisión profesional y sabiendo que se están formando y están en crecimiento.

A raíz del boom del running, muchos padres quieren sus hijos también realicen esta actividad. Es perfecto, pero no antes de los 5 años y siempre variando entrenamientos, ejercicios y con la base del juego.

Según afirma Roberto Crespo, instructor del Club de Corredores de Zagros Sports, “la edad adecuada para empezar a practicar running con niños son los 5 años. Antes de esta edad el cuerpo de los menores no ha alcanzado el desarrollo físico ni la coordinación suficientes para correr diariamente, ya sea con la familia o en un club de deporte”, explica.

“Practicar esta actividad física a edades demasiado tempranas supone un alto riesgo de sufrir lesiones y puede afectar al crecimiento de los pequeños. A partir de los 5 años, el running a intensidad moderada acerca a los niños al deporte y refuerza su sistema respiratorio y cardiovascular”, relata.

Cómo preparar a los niños para correr

Entre los 5 y los 7 años enseñar a los niños una buena técnica de carrera ocupa un segundo lugar. El objetivo principal de la carrera es que disfruten del deporte y lo interioricen como un hábito positivo.

Diversión y juegos: “la imaginación tiene que ser una constante en el entrenamiento de los niños. La creatividad para ingeniar juegos será clave para mantener a los pequeños motivados y activos. El establecimiento de ciertas directrices en el juego irá encauzando a los niños al cumplimiento de las reglas. Así como perder en el juego será un refuerzo de su la tolerancia a la frustración”.

Variedad constante: “en la medida de lo posible, se tienen que buscar nuevos escenarios donde salir a correr. La novedad hará más interesante el entrenamiento para los niños. Lo mismo ocurre con los circuitos que combinan carreras con pruebas de habilidad y coordinación. La repetición lleva a los menores al aburrimiento y abandono por lo que es necesario buscar ambiente y actividades distintos con los que se sientan motivados”, cuenta.

Aprendizaje: “en un ambiente lúdico es posible enseñar a los niños a controlar sus diferentes capacidades físicas. Un ejemplo de ello es la velocidad. Aunque el impulso de los niños es correr a la máxima velocidad posible, en circuitos más largos pueden ir aprendiendo a controlar el esfuerzo para llegar a la meta sin cansarse por el camino”, clave para el futuro.

Refuerzo positivo: “sobre todo para los niños más pequeños, entre 5 y 7 años, cobra una mayor importancia relacionar el deporte con un refuerzo positivo, ya sea un premio físico o la actitud de los padres. A posteriori, el trabajo diario debe ir reforzado por un discurso que realce la importancia del deporte para el cuidado de la salud y como hábito saludable. Los niños de más edad irán así interiorizando los beneficios de una actividad que, además de cuidarles, les divierte”, hace especial hincapié.

Distancias adaptadas: “según la edad de cada niño habrá que adaptar los entrenamientos a sus necesidades. A los más pequeños les bastará con correr mientras juegan, ya que se cansan en largas distancias. Además, el organismo de los niños está preparado para esfuerzos cortos e intensos, por lo que la sesión de juegos debe tener momentos de recuperación y descanso”, resalta.

“Entre los 7 y los 9 años, según la forma física de cada menor, pueden empezar a correr entre 1.000 y 2.000 metros. Siempre a un ritmo moderado y sin superar los límites del cuerpo para evitar lesiones y sustos”.