Hernán Funes

Por cercanía, afectos, trabajo, deber o simple solidaridad, la tragedia de Salta 2141 marcó a todos los rosarinos. Aquella tremenda fuga de gas que se desató a las 9.33 del 6 de agosto terminó de la peor manera. A las 9.38, una explosión sin precedentes desembocó en el desastre más grande de la historia de la ciudad. El registro: 22 muertos, 70 heridos, 300 damnificados y un saldo secundario de cientos de casas y negocios que sufrieron daños en varias cuadras a la redonda y que obligaron a muchos a cambiar su vida.

"Las catástrofes colectivas suelen tener un profundo impacto en las comunidades afectadas. Más allá de lo obvio del daño provocado a las víctimas directas y a sus familiares, muchos otros sectores sociales son afectados. La sensación de inseguridad recorre a todos los habitantes, junto con la ira contra los responsables", explica a Rosario3.com el psicólogo Eduardo Cazabat (MN 9.344), profesor de la Universidad Católica de Santa Fe y presidente de la Sociedad Argentina de Piscotrauma.

El enorme siniestro de este 2013 no quedó exento del denominador común de las últimas grandes tragedias de la Argentina contemporánea. Una cadena de impericias, negligencias y omisiones -muchas derivadas de las privatizaciones de los 90- en servicios que cuentan con falencias en las políticas de control, todas cuestiones que también rodean a las tragedias de Lapa, Austral, Cromañón, Once y que Rosario3.com enmarcó en “el país de los estragos”.

Tras la bomba en la ciudad que nunca estuvo en guerra, fueron seis noches de angustia y desesperación hasta que los rescatistas hallaron a los últimos dos ausentes. Y en el medio de los testimonios desgarradores, se construyeron historias de una solidaridad sin límites, una bandera que unió a los rosarinos, los mismos que reconocen de manera unánime la labor de los bomberos y rescatistas.

En ese lapso de búsqueda bajo los escombros, del que el suboficial Gustavo Ruarte guarda un registro único de más de seis mil fotos, Salta y Oroño fue la esquina de la catarsis. "En un principio, la solidaridad social hacia los sobrevivientes, les hace más sobrellevable la catástrofe. El drama está en boca de todos, y está presente en los medios, de tal manera que los sobrevivientes se sienten comprendidos y acompañados”, señala Cazabat.

Y agrega: “Los afectados directos e indirectos necesitan hablar sobre el tema, contar sus historias y sus padecimientos una y otra vez, como una manera de ir digiriendo semejante experiencia. Y encuentran en la sociedad una audiencia interesada en sus historias”.

En el corazón de Rosario

La tragedia se desató en el seno de la ciudad y, paradójicamente, en la zona ícono del tan mentado “boom” de la construcción. No es un simple rótulo: según datos de la Dirección General de Obras Particulares, desde enero de 2007 hasta junio de 2012 se construyeron 242 edificios para vivienda colectiva -más de 1500 metros cuadrados- en la sección catastral uno, que involucra al espacio comprendido por bulevar Oroño, avenida Pellegrini y el río.

En el medio surgen incógnitas: a la par de ese inusual crecimiento, ¿se hicieron las obras e inversiones necesarias en todos los servicios para acompañar el desarrollo? ¿O son las mismas redes y hasta menores recursos para sostener la demanda de mayor consumo y más clientes? El interrogante incluye al agua y la luz, con tantos problemas en estos días, y también el gas.

En el debate que abrieron en el Concejo Municipal, representantes de un sector de profesionales matriculados expusieron un documento en el cual analizan, entre otros, este punto. "El servicio ha sido minimizado e ignorado por la desinversión de las licenciatarias y la poca actitud del órgano de contralor que no ha estado a la altura de las circunstancias", señalaron los gasistas que firmaron la presentación. Son Jorge Cribb, Fabián Ferrarello, Horacio Blumenfel, Luis Cattáneo, Carlos Marin y Nelson Candia.

Mientras aseguran que “las faltas no sólo son en lo administrativo, sino también en lo estrictamente técnico”, sostienen que las distribuidoras han tenido “actitudes de desinversión, como la desaparición de cuadriculas, que afectan directamente ante cualquier siniestro de envergadura, a un sector catastral importante de la población, con riesgo de no poder interrumpir el servicio de gas por algunas horas".

Justamente este último punto se discute en la Justicia. Cuando se desató la catástrofe, Litoral Gas tardó alrededor de dos horas y media en cortar el suministro de gas, lo que extendió la presencia de llamas y la demora en iniciar la búsqueda y rescate en el interior de la zona cero. Al no haber llaves de corte por fuera del edificio, debieron recurrir a dos pozos para obturar las cañerías.

Además, según los matriculados, la firma, que tiene la concesión desde 1992, “debió renovar, según el pliego del contrato, las redes de distribución de baja presión a media presión. No cumplió con la reglamentación y no colocó dos reguladores en los edificios como tampoco actualizó el cuadro de regulación con llaves esféricas como debería haberlo realizado”.

De los gasistas que expusieron en el Palacio Vasallo, Jorge Cribb fue uno de los que lo ratificó ante la Justicia. Es un instalador con 20 años de experiencia e instructor de formación profesional que, asegura, tomó como una intimidación una carta documento posterior de Litoral Gas. “Es un manotazo de ahogado. Cuando uno va a declarar, después le manda una carta para que ratifique o rectifique. Buscan intimidar al resto de los matriculados para que no declaren o no lo hagan en contra de la empresa", dice a Rosario3.com.

Mientras todo se debate en Balcarce y Pellegrini, la reconstrucción avanza en la zona del desastre. Se hizo a partir de un costo que asumió el gobierno provincial, para lo que convocó a las empresas agrupadas en la Cámara, a las cuáles –inicialmente- les cubre el costo del trabajo. Así, por estos días quedan pocos rastros de la torre del frente.

Por eso, entre el lunes venidero, cuando los peritos retiren los últimos materiales de las instalaciones de gas, y en los primeros quince días de enero, cuando probablemente se abra la calle al menos desde las cinco de la tarde y hasta que se reanuden los trabajos cada nuevo día, comenzará a cerrarse una primera etapa de unos seis meses. Lo que es una incógnita es el futuro del espacio donde estaba el edificio siniestrado. De todos modos, los familiares de víctimas no esperan otra cosa que se construya una "plaza de memoria".

La indiferencia, un fantasma en el sentido de Justicia

“Nada de lo que pasa alrededor nos es indiferente”, señalaron los familiares de las víctimas en una carta que hicieron pública. Mientras once imputados por el delito de “estrago culposo agravado” –contempla un máximo de cinco años de prisión- aguardan por la resolución de la jueza Patricia Bilotta, que en febrero podría resolver si los procesa o no, los familiares de víctimas renuevan el seis de cada mes su reclamo por Justicia.

“Pretendemos que los responsables estén presos. No solamente los que fueron al edificio, queremos escalar un poco más en la escala de las responsabilidades en Litoral Gas", sostiene Eleonora López, cuyo hermano Carlos perdió la vida en la tragedia. Es una de las familiares más presentes en cada reclamo y, como referente, señala: "No entendemos cómo la empresa sigue trabajando sin estar ni siquiera intervenida. ¿De qué les falta convencerse a los políticos? ¡Explotó una manzana!”.

López, que adelantó que ingresará a la causa como querellante en febrero, reitera que pretenden “que a Litoral Gas le quiten la concesión”. Según el sumario administrativo que inició el Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas), y por el que ya acumuló 13 imputaciones sobre la distribuidora, es una de las sanciones posibles, aunque no la única, ya que las posibilidades también abarcan apercibimientos y multas. ¿De qué depende que se concrete la sanción más grave? De una decisión política del Poder Ejecutivo nacional, ya que entre los factores que determinan la gravedad de las sanciones está enumerado “el grado de afectación al interés público”, una descripción que no deja lugar a segundas interpretaciones detrás de un siniestro con 22 víctimas fatales.

Pero no es una decisión sencilla. Y no se trata sólo de dinero, sino quizás de buenas relaciones. Es que enfrente está un monstruo como el Grupo Techint, accionista de Litoral Gas. Es una multinacional desarrollada en la siderurgia, la construcción y la energía con nada menos que 59.000 empleados permanentes. Sus ingresos anuales superan los 25 mil millones de dólares. Sólo basta con ver el mapa que exhibe en su web para comprender su dimensión. 

A nivel político tampoco pasa desapercibido el interés del gobierno de Santa Fe, que impulsa un proyecto para crear una prestataria propia "complementaria" a la actual. Más allá de las especulaciones, lo cierto es que el proceso sancionatorio de Enargas avanza y suma cuerpos, pero va "paso a paso" y el final podría extenderse en el tiempo.

El sentido de Justicia de los familiares de víctimas y de los propios sobrevivientes es, quizás, más amplió que el proceso que se lleva adelante en Tribunales. Según Eduardo Cazabat, “pasado un promedio de entre cuatro y seis semanas, la sociedad se satura y pasa a otro tema y cada vez menos gente está dispuesta a escuchar nuevamente esa historia, de tal manera que los sobrevivientes empiezan a sentir una especie de aislamiento social”.

“El trauma psicológico infligido -continúa- puede perdurar por años, en manifestaciones diversas, tales como depresiones, fobias, tendencia al aislamiento, adicciones, irascibilidad, pérdida de sentido, pérdida de la capacidad de disfrutar y de sentir emociones positivas, sensación de alerta permanente, tensión constante, entre otras, con el profundo impacto que pueden tener sobre la vida familiar".

Algo de eso manifiesta Eleonora López: “Es más que importante que nos acompañen. Todos estamos con tratamiento, de hecho hay días no nos podemos ni levantar de la cama y a muchos se nos dificulta volver al trabajo”. Sin dudas, detrás de la empresa y de los responsables por la explosión que hizo temblar a la ciudad, Justicia será también que el estrago perdure en la conciencia de la sociedad, de los medios y de la política.