Cuando pocos fieles se acercaron esta mañana para celebrar el día de San Cayetano, patrono del trabajo, se especuló que el frío polar o el repunte de los índices laborales habían hecho despertar una expectativa mucho menor este año entre los rosarinos. Pero por la tarde, con el incremento de las temperaturas, se develó la incógnita. Es que el número de fieles que se congregó en la Plaza Libertad para celebrar la misa central superó este año al de la última edición.
Cerca de las 15.30, la procesión partió de la iglesia de Cerrito y Buenos Aires –donde hubo misas cada una hora– hacia la plaza, donde un rato más tarde comenzó la ceremonia principal a cargo del arzobispo rosarino José Luis Mollaghan.
Así, bajo un intenso sol, una multitud se congregó para presencia la misa, en la que monseñor Mollaghan llamó al pueblo a “no perder la esperanza”, al tiempo que consideró que aún en la Argentina quedan “cuestiones pendientes con la gente que sigue fuera del tramado social”.
Tras la celebración religiosa y de la entonación del himno nacional, Molhagan se mezcló –al igual que el año pasado, primero de su gestión–, entre la gente, donde recibió el cariño de los fieles y bendijo todo tipo de objetos.
En las primeras horas del día, a diferencia de los agostos poscrisis 2001, esta celebración de San Cayetano congregó menos devotos. Lejos de la postal de la cola interminable de fieles rogando por un puesto en el mercado laboral, plagados de fe y demostraciones hacia el santo del trabajo, este 2007 encontró a la parroquia despojada de fanatismos y a los vendedores ambulantes a punto de pasarse a la cola de creyentes, algo que se revirtió después.
Bergoglio valoró la vida “desde el vientre materno”
El valor de la dignidad, vinculado a la familia, la paz y el trabajo fueron este martes los ejes de la homilía del arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, en la celebración del día de San Cayetano, ante miles de fieles que fueron para agradecer y pedir al santo por trabajo y salud, en el barrio porteño de Liniers.
Frente al santuario del patrono del trabajo, una multitud escuchó desde poco antes del mediodía las palabras de Bergoglio, mientras dos largas filas se extendían por más de quince cuadras y avanzaban lentamente para pasar junto a la imagen del santo.