La aventura suicida de los jerarcas de la última dictadura de entablar una guerra con Gran Bretaña para recuperar la soberanía argentina sobre las Malvinas, llegaba a su fin hace exactamente 24 años hoy, con la rendición de las diezmadas fuerzas en las islas. De este modo, se daba por concluido un conflicto empujado por el dictador Leopoldo Fortunado Galtieri en su último intento por revitalizar el régimen militar a partir de una "causa nacional", que quitara del centro de atención de los argentinos el desastre económico y social generado por el proyecto instaurado en 1976. Además, con esta acción, el régimen militar pretendía quebrar la creciente debilidad que lo jaqueaba desde el frente externo, a raíz de los cuestionamientos derivados de la catarata de denuncias que se multiplicaban por las atroces violaciones a los derechos humanos cometidas a partir del ejercicio del terrorismo de Estado. Así, miles de chicos de menos de 20 años que en ese entonces cumplían el servicio militar obligatorio fueron llevados ciegamente a una aventura signada por el mesianismo, la improvisación, la incapacidad y la irresponsabilidad, dado que sólo había sido prevista la ocupación de las islas pero no su defensa ni la decisión de Gran Bretaña de entrar en guerra. Por eso, el conflicto bélico, signado también por la inferioridad de medios y de estrategia de las fuerzas argentinas, le costó la vida a más de 640 personas –entre ellos oficiales, suboficiales y una mayoría de jóvenes–, le causó mutilaciones y heridas a casi 1.300 y marcó imborrables secuelas psicológicas que hasta ahora llevaron al suicidio a más de 350 ex combatientes. El 21 de mayo de 1982, los comandos del Special Boat Service (SBS) y paracaidistas británicos encabezaron la invasión a las islas y lograron diezmar a las fuerzas argentinas, lo que provocó el repliegue de Puerto San Carlos, Goose Green y Darwin, desde donde los ingleses organizaron su avance hacia Puerto Argentino. El 10 de junio fue desactivada la última posibilidad de las fuerzas argentinas de ejecutar un contraataque de envergadura en San Carlos ante su seguro fracaso, por lo que, dos días más tarde, Mario Benjamín Menéndez dio un informe de la crítica situación que atravesaban en el Puerto Argentino para que fuera retransmitida a los jerarcas del régimen militar. En ese marco, el 14 de junio de 1982 se produjo la rendición de las fuerzas argentinas en las Islas Malvinas, que fue formalizada por Menéndez ante el británico Jeremy Moore. Tal fue la magnitud de los desaciertos y la impericia con que fue encarada la aventura bélica que hasta un informe ordenado por la nueva Junta Militar, encabezada por Reinaldo Bignone, y conocido como "Informe Rattenbach", pidió la pena de muerte para los tres miembros de la Junta Militar, a quienes les adjudicó las responsabilidades por el escandaloso y trágico conflicto bélico. "La decisión de ocupar las Islas Malvinas fue tomada porque ya existía, desde diciembre de 1981, la idea de que para llegar a negociaciones exitosas con Gran Bretaña iba a ser necesario hacer uso del poder militar. La decisión se adoptó con rapidez, puesto que ya estaba planeada la ocupación, lo que permitía cumplir la etapa inicial. Pero nunca se planificó cómo defender las islas una vez ocupadas", decía el informe, de más de 200 páginas y anexos. Además, indicaba que "la decisión, que se mantenía latente, estuvo influida por aspectos políticos particulares, tal, por ejemplo, la conveniencia de producir una circunstancia significativa que revitalizara el Proceso de Reorganización Nacional (sin juzgar éticamente esta consideración), unida también a la poco manifiesta vocación negociadora de Gran Bretaña". Ya desde 1980, los jerarcas del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional habían comenzado a evaluar cómo darle una salida política al régimen a la luz de la adversa opinión internacional, de la creciente crisis financiera, económica y social, y de los enfrentamientos intestinos y las desinteligencias en el seno de las propias Fuerzas Armadas. Por eso, cuando se produjo un incidente con Gran Bretaña por la incursión en las Georgias de un grupo de trabajadores enviados por el empresario Constantino Davidoff –con vínculos estrechos con la Armada– que al llegar a Puerto Leith izó una bandera argentina, el régimen vio su oportunidad de recurrir a una nueva "causa nacional", tras la cual encolumnar a la sociedad y unificar a las divididas Fuerzas Armadas tras un objetivo. Fuente: Télam