Luego de la desaprobación del proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (ILE) por parte del Senado de la Nación, en el marco de una fuerte presión de grupos religiosos que se oponen a la norma, recobró fuerzas el movimiento de bautizados que impulsa la apostasía, una suerte de desafiliación del catolicismo con la intención de que disminuyan su poder y el subsidio que la Iglesia recibe del Estado. El investigador superior del Conicet en el área Sociedad, Cultura y Religión Fortunato Mallimaci analizó la situación y la relación entre Iglesia y Estado a través del tiempo, en diálogo con Rosario3.com.

Durante los días previos al debate del Senado, un posteo que circulaba por las redes sociales enumeraba los diferentes proyectos e iniciativas que a lo largo de la historia contaron con la negativa de la Iglesia católica: el fin de la esclavitud, la ley 1.420, de educación pública, el voto femenino, el divorcio, la educación sexual, el matrimonio igualitario y, en las últimas semanas, el aborto legal, seguro y gratuito. La intención de la publicación era la de poner de manifiesto la incidencia de la Iglesia en los derechos y la vida de todas las personas, inclusive de aquellas que no profesan ninguna religión.

En este contexto, la apostasía vuelve a instalarse como una de las respuestas que plantea una parte de la sociedad indignada y enojada con la presión y el lobby de la Iglesia. No es la primera vez que se impulsa y se basa en la idea de que si muchos de los que hoy son católicos dejan de serlo, es decir si se desafilian de la Iglesia católica, el Estado no la sostendrá de la misma manera.

Los Estados no sostienen a la Iglesia por la cantidad de miembros.

“Esto nos lleva a una discusión más profunda –señala Mallimaci– porque en el caso argentino, como sucede en la mayoría de los países católicos del mundo, los estados no sostienen a la Iglesia por la cantidad de miembros, sino que la sostienen porque históricamente es importante, porque hay afinidades culturales, porque los partidos políticos muchas veces se nutren de cuadros de esa Iglesia católica y sobre todo, porque esa Iglesia católica ha tenido y tiene vínculos con el poder judicial, con el poder político, con el poder mediático y, en el caso argentino, desde 1930 a 1983 con el poder militar. Entonces, esta campaña que postula desafiliarse es importante, pero no alcanza, si el objetivo es separar la Iglesia del Estado”.

La campaña que postula desafiliarse es importante, pero no alcanza, si el objetivo es separar la Iglesia del Estado.

¿Estado laico o confesional?

“Nuestro Estado no es confesional ni laico. El estado argentino como tal, desde 1880 en adelante, intentó generar ciertos espacios laicos, pero quizás confundimos estatizarlos con hacerlos laicos. En ese sentido, hubo iniciativas como la educación, los cementerios y el registro civil, allá por 1884. Pero esos intentos –evalúa– fueron un poco mixtos. Si observamos el caso de la escuela, se dijo que el Estado tenía la responsabilidad, pero ese mundo liberal también dijo que las familias tenían que tener responsabilidad sobre la educación”.

“Desde aquella época había escuelas religiosas en Argentina y en las escuelas estatales se enseñaba religión fuera del horario escolar. Pero desde aquella época hasta hoy lo que ocurrió fue al revés. Hubo una fuerte influencia de los grupos religiosos no sólo para tener educación en sus propios colegios, sino para conseguir lo que estamos viendo hoy, en el siglo XXI: que el conjunto de la sociedad subsidia a los colegios religiosos. Y esto –remarca– no depende de la cantidad de católicos que estén bautizados, sino de lazos históricos, políticos y de poder. Y sucede en todas las provincias en las que existe un vínculo muy fuerte entre el poder político y el poder religioso (y católico en particular). No sólo en las provincias del noroeste argentino –Jujuy, Salta y Catamarca– se enseña catequesis en escuelas de gestión pública. También ocurre en la provincia de Córdoba, en escuelas de Traslasierra”.

La sociedad subsidia a los colegios religiosos. Y esto no depende de la cantidad de católicos que estén bautizados, sino de lazos históricos, políticos y de poder entre Iglesia y Estado.

El investigador apunta que en relación con la Ley de Educación Sexual Integral (ESI), en el Conicet realizaron una investigación que comprendió a las 24 circunscripciones del país –las 23 provincias más la ciudad de Buenos Aires– y con sorpresa encontraron que muchísimas escuelas del Estado, de varias provincias –entre ellas la provincia y la ciudad de Buenos Aires– se niegan a cumplir con la ESI.

En ese sentido, y en relación con el proyecto de aborto seguro, legal y gratuito, Mallimaci señala que “los senadores de la ciudad de Buenos Aires votaron en contra, aunque no sean necesariamente creyentes. Esto muestra que se puede ser conservador sin ser religioso”, deduce y recuerda la argumentación del senador radical Luis Naidenoff, que el día del debate, antes de la votación, dijo: “Soy católico en mi vida privada, pero en el espacio público hay que tener políticas para el conjunto de los ciudadanos y por eso estoy a favor de despenalizar el aborto seguro y gratuito”.

“Naidenoff votó de ese modo, pero la mayoría de los radicales votaron en contra. Entonces yo me pregunto: ¿será un partido religioso el radicalismo? Es interesante analizar esto –propone–para ver cuán mezclada está la religión con la política".

La dualidad de la Iglesia católica

Mallimaci analiza que si bien “la Iglesia Católica se siente perturbada por algunos temas (como el voto femenino, el matrimonio igualitario, la educación sexual, el divorcio, el aborto, porque en el fondo la perturban las mujeres y las decisiones de las mujeres), por otro lado hoy tiene fuerte presencia en el movimiento sindical, en los movimientos sociales, hace denuncias claras al capitalismo, acompaña a grupos que luchan contra la pobreza y aparece (no sólo en Argentina, sino en América latina) como una de las instituciones más cuestionadoras de la ideología neoliberal capitalista y sus consecuencias sociales”.

“Estas dos actitudes de la Iglesia Católica hay que observar. Por un lado, es la Iglesia que permite que el padre (Julio César) Grassi (condenado y detenido por abuso sexual agravado) siga dando Misa, al igual que (Christian) Von Wernich”, ex capellán de la Policía de la Provincia de Buenos Aires durante la dictadura militar 1976-1983, condenado a prisión perpetua por 34 casos de privación ilegal de la libertad, 31 casos de tortura y 7 homicidios calificados. Al mismo tiempo, cuando se cuestionan las políticas neoliberales, en todo el país, encontramos sacerdotes, religiosas y ONGs católicas saliendo a la calle a exigir mayor justicia y derechos”.

“En 2013, cuando el cardenal Jorge Bergoglio fue elegido como Papa, los grandes medios de comunicación decían que se iba a oponer a la ex presidenta Cristina Kirchner, porque recibía muchísimo apoyo de la oposición y sin embargo –remarca– vimos un proceso totalmente contrario. Entonces, la actitud de esos medios se revirtió. Cuando Francisco no hizo lo que ellos esperaban, le dieron la espalda”.

“Desde el 55 quien colaboró con los partidos radical, comunista y socialista para lograr el derrocamiento del gobierno peronista, fue la Iglesia Católica; sin embargo, se dice que la cultura católica tiene fuertes afinidades con el peronismo. También recordamos durante las décadas de los '60 y los '70, la enorme movilización que hubo en Argentina de sacerdotes tercermundistas reclamando derechos, contra la dictadura, y sin embargo, en 1976, numerosos sectores de esa misma Iglesia católica se transforman y apoyan a la dictadura y terminan asesinados 24 sacerdotes del Tercer Mundo. Ningún país de América Latina tuvo tantos sacerdotes asesinados por una dictadura”, subraya.

En relación con el gobierno nacional, la dualidad también se mantiene. Mallimaci señala que “hoy vemos una fuerte enemistad entre el presidente Mauricio Macri y el Papa Francisco, pero al mismo tiempo, la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, el jefe de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, la vice presixdenta Gabriela Michetti, numerosos ministros y senadores del actual gobierno van a visitar cotidianamente al Papa a Roma. Mientras tanto, cuando la actual senadora Cristina Kirchner fue citada a declarar la acompañaron los voceros de Francisco más importantes en la Argentina (Juan Grabois y Eduardo Valdés). Por eso –sostiene el investigador– digo que la Iglesia católica es un mundo con diversas concepciones”.

El crecimiento evangélico

En la campaña contra la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, se observaron muchas actividades organizadas por movimientos religiosos evangélicos, ya no en paralelo con los partidos políticos, sino con fuerte raigambre dentro de ellos.

“Lo que sucede es que los partidos políticos en Argentina mantienen contacto con el mundo religioso, que hasta ayer era católico y hoy tiene también el peso de los evangélicos. La senadora de Tierra del Fuego, Miriam Boyadjian, por ejemplo, es evangélica al igual que los diputados de la provincia de Neuquén y su militancia es política y religiosa al mismo tiempo”, observa el entrevistado.

Muchos fieles no migran a grupos agnósticos, ateos o a la apostasía, sino que abandonan el catolicismo y se van al mundo evangélico.

Algunos analistas políticos señalan que la dirigencia evangélica nuclea a más del 13 por ciento de la población del país y anticipan que se trata de un sector de la sociedad que está en condiciones de armar un frente electoral.

En relación con este punto, Mallimaci argumenta que “la crisis de los partidos partidos políticos hace crecer la presencia de los grupos religiosos. Algunos pueden ir hacia un partido y otros pueden hacia la «no política» y buscar salidas extremas, como está sucediendo en Europa y más cerca, en Brasil”.

“Hay un grupo importante de fieles que se han hecho aún más conservadores, que se han ido de la Iglesia católica al mundo evangélico. Esto tenemos que analizar, que muchos fieles no migran a grupos agnósticos, de ateos o a la apostasía, sino que abandonan el catolicismo y se van al mundo evangélico en busca de más certezas y más moral”.