Todos quisieron decirle adiós a Nacho Suriani. Políticos a los que entrevistó (o que querían ser entrevistados por él), figuras de la cultura con las que compartió su pasión por el arte, periodistas con los que trabajó en su larga trayectoria y gran cantidad de seguidores se acercaron este miércoles por la tarde al velatorio del conductor de Tempranísimo, quien falleció a primera hora de la mañana por un problema cardíaco y fue enterrado al caer el sol en un cementerio privado.

Fue tanta la gente que se acercó para participar de la emotiva despedida a uno de los próceres de la radiofonía rosarina con el que acostumbraron a despertarse varias generaciones de rosarinos que se debió cortar el tránsito frente a Caramuto, la sala velatoria, ubicada en Córdoba al 2900.

"Todos trabajamos con él", repetía un periodista frente a más de veinte colegas de todas las edades con los que compartía una charla sobre el entrañable Nacho. El resto asentía. Nacho fue un maestro para muchos y alumnos en su última despedida no faltaban. Cada uno aportaba las anécdotas de trabajo compartidas con él, las enseñanzas aprendidas.

El velatorio arrancó a las 11. Pasado el mediodía, el equipo de trabajo que acompañaba a Nacho todas las mañanas en Radio 2 se hizo presente para acompañar a la familia. También se acercaron seguidores de Suriani, quienes expresaron sus condolencias. Uno de sus fanáticos fue el que gritó "Grande, Nacho" cuando, cerca de las 17, partió el cortejo fúnebre hacia el cementerio El Prado, donde fue enterrado por su círculo familiar y de amigos cerca de las 18. Tampoco faltaron los aplausos.

Suriani, quien estaba por cumplir 74 años, sufrió una crisis cardíaca de la que no pudo salir. 

Duele. Cómo duele. ¿Quién nos va a despertar mañana? ¿Quién va a arrastrar las “ss” al pronuncian Tempraníssssimo? ¿Quién va a retar a los funcionarios que no hacen lo que corresponde? Esa voz tan particular, tan cálida, tan sensible despertó a generaciones de rosarinos, que aprendieron a informarse con él.

Nacho fue una apasionado de la radio y de alguna manera fue una suerte que haya trabajado hasta el último día. Es inimaginable Nacho sin la radio. Pero también es inimaginable la radio sin Nacho. Pero además, fue abierto como pocos. Siempre le gustó –y lo decía a viva voz– rodearse de gente joven. Siempre fue abierto a enseñar y a aprender. Hasta el último día.

Ese último día dijo que tenía ganas de trabajar el domingo 2 de septiembre, para el operativo de cobertura de elecciones de Radio 2.

Es que a Nacho le apasionaba la política. Y viajar, leer, ir al cine, la música, la buena comida con buenos amigos –que le estaban preparando un gran festejo porque el sábado 25 cumplía los 74–, sus hijos Abel e Ignacito, su nieta, María Laura. Sí, le apasionaba amar. Y amaba lo que hacía.

Es que a Nacho le apasionaba vivir. Y había aprendido a hacerlo bien.

Te vamos a extrañar, Nachito.