En complicado imaginar lo que tiene que atravesar Reuben Reynoso cada vez que le preguntan por su trabajo. El hombre, un vecino de San Francisco, Estados Unidos, trabaja en la fábrica de colchones McRoskey y su tarea consiste en probarlos, es decir, saltar sobre ellos.

Eso que todos los padres le prohiben a sus hijos de pequeños, una vez crecidos, puede transformarse en un oficio."Los saltos sucesivos permiten comprimir el algodón de los colchones de una manera que las máquinas son incapaces de lograr", confiesa Reynoso al Huffington post.

Reuben es un saltador experto que va de cama en cama para preparar varios colchones de distintos tamaños al día. Pero no se trata de cualquier movimiento, aquí la precisión es fundamental.

En el caso de los colchones terminados a mano, si el algodón no está lo suficientemente comprimido, no entra en la máquina para la costura final. Pero si los saltos son intensos, el material se ciñe demasiado y pierde elasticidad.