Se trata de una situación, por desgracia, común: un bebé ingresa en el hospital con convulsiones, vómitos, irritabilidad y letargo. No presenta lesiones evidentes y su madre no acierta a explicar los síntomas del niño. El médico que lo explora puede pensar que el bebé tiene un virus. Pero un examen más riguroso puede mostrar pistas sutiles que señalan lesiones ocultas, como hemorragias retinales o fracturas de las costillas u otros huesos. La tomografía axial computada (TAC) u otras pruebas pueden revelar también signos de lesiones.
En un informe reciente la Organización Mundial de la Salud alerta sobre una forma de maltrato infantil que no es reconocible al instante, pero cuyas consecuencias pueden ser graves. A falta de tratamiento, médicos australianos están tratando de mejorar su diagnóstico y coinciden en que la atención debe ponerse en la prevención.
Si las lesiones no tienen explicación médica, el bebé puede ser una posible víctima del “síndrome del niño sacudido”, un tipo de maltrato infantil que consiste en el zarandeo violento de un lactante. Según el doctor Kieran Moran, pediatra forense del hospital infantil de Sydney, los bebés son víctimas de zarandeo violento sobre todo en su primer año de vida, ya que es en este período cuando suelen llorar de forma inconsolable y cuando los padres y cuidadores más se frustran. De hecho, la mayoría de los casos de traumatismo craneoencefálico por maltrato se dan en bebés de seis a ocho semanas, que es cuando más lloran.
Según los médicos, la consistencia de los cerebros de los bebés de muy corta edad es semejante a la gelatina no cuajada. Las bruscas fuerzas de aceleración y desaceleración del zarandeo violento pueden hacer mucho más daño al tejido y los vasos sanguíneos cerebrales que un golpe directo en la cabeza como consecuencia de una caída desde poca altura. De acuerdo a la opinión del doctor Moran, especialista en la materia, "puede parecer que el zarandeo es la opción que probablemente cause menos daños, pero posiblemente sea al contrario, ya que los bebés son particularmente vulnerables debido a la delicadeza de su cerebro y al escaso desarrollo de los músculos del cuello."
Fuente: El País


