Los rosarinos no sólo conviven con otros rosarinos, con gatos, perros y pájaros. Los árboles también integran el universo de los seres vivos que respira en la ciudad. ¿Cómo se llevan los seres humanos con ramas, raíces y hojas? Rosario3.com consultó a algunos especialistas sobre este vínculo.

Desde Amigos del Árbol, Raquel García Ortúzar dio su visión al respecto: “Algunos aprecian la sombra, la protección, el adorno de las calles y avenidas, otros no ven más que la necesidad de barrer la vereda porque se caen las hojas. Eso tanto personas como instituciones”, indicó. Luego, expuso un ejemplo: “En calle Entre Ríos y Riobamba, la empresa de teléfonos ha cortado unos hermosos gingkos, unos para estacionar autos y otros, no sé por qué”, se indicó aunque reconoció que “cada vez más se está apreciando el arbolado”.

Oscar Taborda, director de la Editorial municipal y al frente de la creación de una publicación de un registro fotográfico del arbolado urbano, opinó: “ Están los vecinos que aman los árboles y disfrutan de su belleza, de su porte, de su color, de los pájaros que anidan en sus ramas, del ruido que hace el viento cuando pasa entre sus follaje, de su sombra, de su olor, etc., pero también están los que sólo son conscientes de su presencia cuando se acumulan las hojas en otoño, o caen las flores o los frutos, cuando buscan una sombra fresca para estacionar el auto o planifican remodelaciones o la construcción de garajes”, precisó.

Y siguió: “Están también los que clavan carteles en los troncos, orinan en las raíces, arrancan las ramas o les prenden fuego. La presencia del árbol muchas veces está asociada al reclamo, a la queja, y éstas culminan en la mayoría de los casos con la extracción del ejemplar o la poda severa, con frecuencia clandestinas”.

Para Taborda, “la situación se agrava con la incorporación a las veredas, respondiendo solo al gusto personal o a las modas, de especies no aconsejadas por su follaje perenne, su gran desarrollo y/o por presentar raíces superficiales o gemíferas: coníferas, gomeros, ficus, sauces y álamos”, apuntó.

La docente y especialista en Paisajismo, Lidia Calderón, también cree que existe una relación "complicada y ambigua" entre personas y árboles. "En general no se aprecian, suelen aparecer en los diarios con referencias negativas, cuando se caen y destruyen una propiedad o cuando se reclama poda o la extracción de algún ejemplar”, observó.

 “Lo negativo pesa más que lo positivo. No se los valora a pesar de que cuando se les pregunta por el árbol en la infancia siempre surge algún recuerdo agradable, el limonero de los abuelos o los venenitos del paraíso”, expuso. “Esa relación se pierde con el tiempo y muchas veces no sabemos qué árbol tenemos plantado en la vereda”, concluyó.