El cabello de Amy Winehouse no se incendió ni la hija de Bob Geldof se operó los pechos ni Guy Ritchie se lastimó un ojo haciendo malabares.

Un cineasta engañó a la prensa sensacionalista británica. En minutos, insólitas situaciones supuestamente protagonizadas por famosos se filtraron en diferentes medios del Reino Unido. Pero todo era una trampa, en la que cayeron varios periodistas inescrupulosos que jamás se preocupan por chequear fuentes.

Chris Atkins y su equipo, quienes están grabando un documental llamado "Starsuckers"sobre el circo mediático que acompaña a la farándula británica (que se estrenará a fin de mes en Europa), se divirtieron mucho cuando lograron confirmar su hipótesis.

De acuerdo a lo consignado en el diario español El Mundo, tanto Atkins como sus colaboradores se hicieron pasar por "gente anónima" y lograron vender supuestas noticias exclusivas a periodistas del "Daily Express", "The Sun", "Daily Star" y "Daily Mirror". Se trata de los diarios más sensacionalistas del país.

Alguno de los diarios llegó a ofrecer hasta 600 libras por la historia a su interlocutor, dinero que fue rechazado por el cineasta y su equipo.

"Quería mostrar que el periodismo de famosos es una idiotez y ha terminado infectando todas las partes del periodismo", explicó en las páginas de The Guardian el propio Atkins. "Pensé que era una manera divertida de ilustrarlo, era inventar algunas historias completamente falsas e intentar vendérselas a los periódicos", agregó.

Las llamadas se hicieron desde una oficina minúscula situada en la populosa calle de Brick Lane. El Daily Mail fue el único diario sensacionalista cuyos reporteros no picaron ninguno de los anzuelos. Lo que sorprende es que quienes lo hicieron agregaron incluso condimentos a las historias.

La primera historia inventada data de marzo y tenía como protagonista a Avril Lavigne. El Mirror publicó que habían sorprendido a la cantante durmiendo una borrachera en un club de Londres. Los periodistas no se molestaron en verificarlo: en realidad jamás sucedió.

Según Atkins, lo más descorazonador es que las historias las replicaron en cuestión de minutos páginas web de todo el mundo y publicaciones como la BBC, Cosmopolitan o el propio The Guardian.

"Estas publicaciones se han contagiado del estilo de periodismo propio de la farándula donde prima hacer a la gente reír y vender periódicos", concluyó.