El papa Benedicto XVI llegará mañana a Turquía en medio de una serie de protestas en contra de su visita. Ahí, el pontífice tendrá cuatro días para conquistar los corazones de los musulmanes, que continúan molestos por sus comentarios sobre el islam y pretenderá avanzar en el diálogo con los ortodoxos.

Movilizados en las calles vestidos de civil o con uniforme, más de 10 mil policías velarán por la seguridad del Sumo Pontífice en Ankara, Efeso y Estambul durante su estancia.

Es que todo hace suponer que podría haber disturbios, ya que ayer miles de personas se congregaron en Estambul para participar en una protesta organizada por grupos islámicos.

Aunque no esté entusiasmado con la visita del jefe de la Iglesia católica, el gobierno turco, de corte islámico, quiere ser un buen anfitrión y evitar deslices que podrían tener un alto costo para su adhesión a la Unión Europea (UE).

Este es el primer viaje a tierras musulmanas del pontificado de Benedicto XVI y por lo que se vio en las manifestaciones en su contra se dará en un contexto desfavorable.

Es que hace dos meses en la localidad alemana de Ratisbona, el Papa elevó un discurso durante el cual mencionó citas que relacionaban islam y violencia, y eso es evidente que perjudicó su viaje a Turquía, programado de antemano, a pesar de su posterior rosario de aclaraciones.

El presidente de la Comisión para Asuntos Religiosos, Ali Bardakoglu, la principal autoridad musulmana en Turquía y uno de los primeros en condenar ese discurso, declaró la semana pasada que el viaje "no resolverá todos los problemas pero será un buen paso en la dirección del diálogo".