Si normalmente el 1º de enero es un día de verdadero éxodo para los rosarinos, por qué no lo iba a ser este día inaugural de 2007, cuando, además, los 42 grados de sensación térmica invitaban a estar en cualquier lado menos en la ciudad.

Por eso, desde la mañana fue incesante el paso de vehículos, muchos con portaequipajes colmados, que cruzaron el peaje de General Lagos rumbo a la costa.

En la terminal de ómnibus, en tanto, el mayor movimiento comenzó a la tardecita, con los colectivos que partían hacia las sierras y buenos Aires, y se esperaba una verdadera marea humana para la noche, con los colectivos que partían rumbo a la costa atlántica.