La asonada inflacionaria está en el top tres de máximas preocupaciones ciudadanas y es uno de los blancos de campaña. Por eso el gobierno intenta nuevamente lanzar un plan para controlar los precios de algunos alimentos de la canasta básica. Esta vez tomará la forma de un acuerdo que el gobierno extienda a las empresas productoras para frenar los precios de entre 50 y 100 alimentos de la canasta básica por al menos seis meses. Hasta que se produzcan las elecciones de octubre. La reticencia de los empresarios de la alimentación es histórica y, en este caso, se ampara en la lógica de que un acuerdo de estas características no puede extenderse más si hay cambio de máximas autoridades. En caso de que se aplique, claro.

Desde luego que no se trata de algo nuevo, ni siquiera de este gobierno. Aunque resulta difícil rastrear notas periodísticas de fallidos controles desde que asumió el gobierno de Cambiemos en los medios nacionales, con un par de llamados a las cadenas de supermercados nacionales y locales basta para corroborar que no fueron efectivos, kirchnerismo incluido.

En los últimos casi 40 años hubo varios intentos para frenar la inflación y la caída del poder adquisitivo de la población. La primera vez que un gobierno argentino realizó congelamientos de precio se remonta a 1973, a la presidencia de Juan Domingo Perón, con el famoso acta de José Bel Gelbard (el empresario de la CGE, Confederación General Económica, devenido en ministro de Economía) llamada Acta de Compromiso Nacional, del que participó la CGT. La ineficiencia del control y la puja salarial dispararon a Bel Gelbard y propiciaron a llegada de Celestino Rodrigo, célebre por la estampida inflacionaria y crisis social que determinó el famoso “Rodrigazo” de1975.

Jorge Wehbe, ministro de economía de Reynaldo Bignone, intentó repetir en 1982. Se establecieron controles de precios bajo la órbita del gobierno militar. Con la vuelta de la democracia, en 1983, Raúl Alfonsín, el ministro de Economía Bernardo Grinspun hizo un intento similar, hasta la llegada de Juan Sourrouille, que ideó el plan Austral, que también tuvo congelamiento de precios y salario, que duró nueve meses. Luego llegó el Plan Primavera de 1987 con medidas idénticas.

Luego llegó lo que todos conocen y recuerdan: la hiperinflación que se desató en julio de 1989. Luego vinieron las elecciones anticipadas y la presidencia de Carlos Menem. Con Néstor Rapanelli a cargo de Economía, congeló precios durante 90 días en 300 empresas líderes, con una una herramienta que volvía una y otra vez: una lista de precios máximos de 30 productos. Solo la frenó la llegada de la convertibilidad, en 1991, con Domingo Cavallo, el hombre que hace pocas horas anunció que la Argentina, en 2019, estaba en riesgo de hiperinflación y aconsejó a Mauricio Macri dolarizar sueldos y jubilaciones.

Argentina frágil

Pero no hay que mirar con prejuicio la medida en sí misma. Al menos eso piensa Guilermo Nielsen, el secretario de Finanzas que tuvo a cargo la última renegociación de deuda externa. En diálogo con A Diario, Nielsen separó los momentos en los controles de precios que fueron atados a políticas de emisión monetaria agresiva de aquellos en los que no, como el actual.

“El problema es que se engolosinan, creen que los controles duran para toda la vida. Pueden servir para romper con una inflación que inercialmente viene acelerada. El problema en Argentina es que es una medida máxima de 90 días. Tienen que ser solución dentro de un paquete”, apuntó Nielsen.

“Expansión monetaria con controles de precios no va. Hay que trabajar un programa integral”, opinó. Consultado por la medida que el gobierno intentar implementar, el economista aseguró que Cambiemos “perdió la oportunidad de lanzar un control efectivo. Las empresas le van a decir que sí,  ¿o le van a decir que no? Después no ajustaran por precios sino por cantidades, entonces se va a entrar en situaciones de desabastecimiento”, describió.

Coinciden con ese diagnóstico empresarios supermercadistas consultados por Rosario3.com, que anticiparon que en los últimos acuerdos, tras la retirada de Guillermo Moreno de la Secretaría de Comercio Interior. Desde el cambio de gobierno, la que describe Nielsen fue la estrategia para que las empresas pudieran acomodarse a estos esquemas. “Todo lo que fue lanzado en Precios Cuidados y lo que va de este año fue poco viable. La mayoría de empresas de alimentos y artículos de limpieza aumentó a ritmo de la inflación. Es muy difícil que llegue, sobre todo el control de las propias distribuidoras, que suman costos de la logística como cuando aumenta nafta, el gas o la luz”, contó un referente histórico del supermercadismo local.

Por el lado de las cadenas nacionales, un experimentado vocero describió lo que se vive: “Hay un desfasaje de aumentos, no lo pueden controlar. No solo los alimentos, los servicios se han ido a las nubes. Por eso lo dejaremos correr para ver que tipo de convenios tienen con formadores de precios y si el Circulo Rojo apoya esta posibilidad. Si no hay un convenio cercano a los que tienen mayoría de productos, lo vemos poco viable”.

Al lugar de Guillermo Moreno, famoso por sus prácticas personalistas, al que había que escribirle un mail personal para poder importar un insumo médico sensible, por dar un ejemplo, lo ocupó Miguel Braun, que recientemente dejó su puesto para pasar a desempeñarse como secretario de Política Económica del Ministerio de Hacienda, bajo la órbita de Nicolás Dujovne. En su gestión al frente de Comercio, se lo recordará por las políticas de apertura de importaciones que terminaron perjudicando varios sectores productivos santafesinos, con los más famosos ejemplos como Línea Blanca o calzado. Fue el hombre que se ofendió al aire cuando fue consultado por la cadena La Anónima, propiedad que si bien no es suya, pertenece a miembros de su familia.

“El gobierno se quedo sin capital humano para una política de control de precios. Se perdió la oportunidad”, reflexionó Nielsen. "Entre un grupo de economistas profesionales sentimos que se corre el riesgo de desaparición del peso. De qué Argentina se quede sin moneda”, describió.